(De las palabras pronunciadas por Ricardo Alarcón en el acto central de la jornada de solidaridad con los Cinco, el pasado 12 de septiembre). A RENÉ se le abriría un periodo de tres años de la llamada "libertad supervisada" que constituye un riesgo cierto para nuestro compañero y una injusta sanción adicional para él y su familia. Pero significa también un reto para la administración Obama que ojalá sepa afrontar con sabiduría y sentido común. A partir de ese día estaremos ante uno de los aspectos más reveladores, y por eso más silenciados, del sórdido proceso al que fueron sometidos nuestros compañeros. Dije antes que el caso de los Cinco es prueba irrefutable de la complicidad de Washington con los terroristas. Créanme que no exageraba. Eso lo muestran las actas y otros documentos del juicio de Miami. La Fiscalía exigió que a los acusados les fueran impuestas las penas más duras y exageradas pero además, insistió en que para Washington había algo tan importante como el máximo castigo carcelario. Ese algo, que llamaron "incapacitación", consiste en tomar medidas para que, después de concluir sus términos de prisión, ninguno de los acusados pudiera estar en condiciones de intentar siquiera algo contra los terroristas y sus planes.
En la sentencia dictada contra René esa exigencia se expresó con estas palabras: "Como una condición especial adicional de la libertad supervisada se le prohíbe al acusado acercarse a o visitar lugares específicos donde se sabe que están o frecuentan individuos o grupos terroristas". Esto lo proclamó un tribunal federal norteamericano en diciembre del 2001, apenas tres meses después del abominable acto terrorista del 11 de septiembre y lo hizo a solicitud expresa y formal de los farsantes que desataban una llamada "guerra contra el terrorismo", fundada en la mentira y la ilegalidad, que ha causado la muerte y el sufrimiento a incontables inocentes en muchas partes del mundo. Mientras se lanzaba a esa empresa tan cruel como hipócrita, el régimen de Bush reconocía que en el sur de la Florida hay individuos y grupos terroristas, que sabe dónde están y por dónde se desplazan. Pero en vez de capturarlos y juzgarlos como es su obligación los protege descaradamente y exige que ni René ni nadie pueda molestarlos. ¿Qué hará ahora el actual gobierno? Pedirle que anule esa sanción contra René y que se atreva a enviar a sus agentes a detener a los terroristas que ellos conocen, en los lugares donde "saben que están o frecuentan", quizás sería pedirle demasiado. Tiene, sin embargo, la posibilidad de evadir el problema, dejando que René regrese a Cuba ahora, a su casa y su familia. Si se obliga a René a permanecer allá un solo día después del 7 de octubre, el presidente Obama tendrá que elegir de qué lado colocarse en la lucha contra el terrorismo. GRANMA
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Voices for the FiveArchives
May 2016
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