Todo quedó atrás. Sufrimos mucho en los quince años de injusto castigo que padecimos. La mitad de nuestra angustia y amargura no la conoció siquiera nuestra familia; nunca la comentamos para no acrecentar su dolor. Todo, sin embargo, lo hemos olvidado y hoy, a nombre de los 5, puedo decir con absoluta honestidad que no guardamos odios ni rencores para Miami. Si fue mucha la pena del cautiverio, mucho mayores resultaron el amor de nuestras familias y el apoyo imbatible de nuestros compatriotas que nos ayudaron a soportarlo. Sabemos cuántos norteamericanos y cubano-americanos nos respaldaron también sin que no siempre pudieran revelar sus sentimientos. Las rejas se cerraron un día tras nosotros, pero a partir de ahí muchas fueron las manos que en todas partes del mundo se tendieron a nuestro favor. Para todos, nuestro más profundo agradecimiento. Nada bajo ni deleznable hubo en nuestra actuación contra los Estados Unidos de Norteamérica. Lo que hicimos fue contribuir en la medida de nuestras posibilidades a librar a nuestro pueblo de la muerte. Estamos muy felices de encontrarnos de nuevo en la patria. En mi caso personal, esa felicidad se acrecentó, el pasado 6 de enero, con el nacimiento de Gema que vino a colmar los mejores anhelos de mi esposa Adriana y míos. Es una niña, y me perdonarán mi debilidad de padre, bellísima; adorable para decirlo en una sola palabra. Después de 55 años de distanciamiento, incomprensiones y tirantez entre Cuba y Estados Unidos, a ella le tocó nacer en una nueva etapa de las relaciones entre los dos países, una era que traerá otros retos y otras esperanzas. EDITADO POR JULIO PÉREZ RADIO HABANA
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Voices for the FiveArchives
May 2016
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