RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*) Por la tarde del día 22 de octubre, el Presidente dejó oficialmente constituido al Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad mediante el Memorandum de Acción No. 196 "para la dirección efectiva de las operaciones de la rama ejecutiva en la presente Crisis". El Presidente asumió la dirección del Comité, el que hasta nuevo aviso debía reunirse cada día en la mañana.(1) A las 3 de la tarde se efectuó una reunión del Consejo Nacional de Seguridad para informar y precisar las medidas tomadas; al resumir los argumentos por los que debían actuar en ese momento, el Presidente planteó entre otros aspectos los siguientes:
1) En septiembre dijimos que reaccionaríamos si emprendían determinadas acciones en Cuba, por lo que debemos cumplir ese compromiso que fue contraído públicamente. 2) El despliegue oculto de cohetes estratégicos soviéticos en Cuba fue un cambio tan radical con respecto a su política anterior de no desplegarlos fuera de las fronteras de la URSS, que si no actuamos ahora daremos a los rusos la impresión de que nunca actuaremos, independientemente de lo que ellos hagan en cualquier parte. 3) El efecto en América Latina sería muy dañino para nuestros intereses, si por no actuar damos a los latinos la impresión de que los soviéticos están incrementando su posición mundial, mientras que nosotros estamos decayendo. Planteó dos interrogantes que debían ser analizadas y respondidas para el próximo día: a) ¿cuál será nuestra respuesta si un U-2 es derribado con cohetes antiaéreos?; b) si continúa sin detenerse el despliegue coheteril en Cuba ¿cuál debe ser nuestro próximo curso de acción? El presidente Kennedy expresó que no se actuó antes contra Cuba porque no se tenían las evidencias fotográficas que se tenían ahora sobre la existencia allí de emplazamientos de cohetes estratégicos. El Fiscal General dijo que si antes se hubiesen realizado vuelos con los U-2 es posible que la construcción de los emplazamientos aún no hubiera estado lo suficientemente adelantada para identificarlos mediante la fotografía. El Presidente expresó además que los cohetes soviéticos en Cuba tenían un efecto psicológico diferente al de los cohetes que se encuentran en territorio de la URSS, y analizó también las razones por las que se decidió no realizar el golpe aéreo sorpresivo: - no había certeza de destruir todos los cohetes que hay en Cuba; - sería una acción comparable al ataque japonés a Pearl Harbour; - incrementaría el peligro de llegar a una guerra nuclear mundial. A las 4 de la tarde sostuvo una conferencia con el gabinete ministerial, al que puso al tanto de los últimos acontecimientos y de las decisiones tomadas, y una hora más tarde se reunió con los líderes del Congreso; esta fue una reunión muy tensa para el mandatario norteamericano, pues algunos congresistas le formularon duras críticas. Opinaban en general que el Presidente debía emprender una acción más enérgica, ya fuera el golpe aéreo o la invasión, que el bloqueo era una reacción muy débil. Los planteamientos fueron muy extremistas en general, pero el máximo exponente lo fue el senador Fulbright, quien dijo que el bloqueo era la peor de las alternativas, pues representaba un enfrentamiento directo con Rusia, y que cuando tuviéramos que dañar o hundir un buque soviético que no respetara el bloqueo, estaríamos en guerra con Rusia, la que sería provocada por nuestra propia iniciativa. En su opinión sería mucho mejor lanzar un ataque y eliminar las bases de cohetes en Cuba. Esas no eran bases soviéticas, sino cubanas. No existía ningún pacto de defensa mutua entre la URSS y Cuba, y esta no era miembro del Pacto de Varsovia, por lo tanto los soviéticos no reaccionarían si algunos rusos morían en Cuba. Los rusos, a fin de cuentas, no le daban mucho valor a la vida humana, según el senador. Había llegado la hora para una invasión a Cuba. Un ataque contra barcos rusos es un acto de guerra contra Rusia, pero un golpe aéreo o una invasión a Cuba es un acto de guerra contra Cuba, no contra Rusia. Después de escuchar las críticas, el Presidente explicó que tomaría todas las medidas necesarias para la seguridad de los Estados Unidos, pero que creía que, de momento, no estaba justificada una acción más vigorosa. Si había resuelto seguir el camino que había indicado era porque aún existía la posibilidad de resolver la cuestión sin llegar a una guerra devastadora. Cuando en horas de la mañana de aquel día se anunció que el presidente Kennedy hablaría a las 7:00 p.m. para dar a conocer acontecimientos extraordinarios a la población de Estados Unidos, y teniendo en cuenta una serie de movimientos militares que se habían detectado en la Florida y en el sur de Estados Unidos en general, el Comandante Fidel Castro apreció que ese hecho estaba directamente relacionado con Cuba y con la presencia de los cohetes soviéticos. Dadas esas circunstancias, ordenó poner en Situación de Alerta a las FAR a las 3:50 p.m., y a las 5:35 p.m. decretó la Alarma de Combate para toda la nación, casi hora y media antes de que hablara Kennedy. Se aplicó la variante de que la defensa del litoral fue ocupada por las divisiones de tiempo de guerra y el segundo escalón por las divisiones permanentes y reducidas y demás unidades, con las misiones de destruir los desembarcos aéreos, reforzar a las tropas del primer escalón y realizar los contragolpes en las direcciones de posibles desembarcos navales. ¡¡LLEGÓ EL MOMENTO: ¿SER O NO SER?!! A las 6 de la tarde el Embajador de la Unión Soviética en los Estados Unidos, Dobrinin, fue llamado a la oficina de Dean Rusk, en el Departamento de Estado, donde recibió una copia del discurso del Presidente y un memorandum confidencial. De acuerdo con los reporteros, Dobrinin estaba "pálido" cuando abandonó la oficina. Simultáneamente, el embajador norteamericano en la URSS, Foy Kohler, entregó en el Kremlin una carta del Presidente y el texto de su discurso, pero no se encontró con ningún funcionario de alto nivel, por lo que no hubo una respuesta inmediata. Al mismo tiempo, el embajador estadounidense ante la ONU, Adlai Stevenson, informó al Secretario General Interino de la Organización, U Thant, sobre el discurso que pronunciaría el Presidente, y anunció que los Estados Unidos solicitarían una reunión urgente del Consejo de Seguridad. Mientras tanto, en Moscú arrestaban al coronel soviético de la Inteligencia Militar, Oleg Penkovski, bajo la acusación de actuar como espía de Occidente desde abril de 1961. Fue juzgado, sentenciado y fusilado a mediados de 1963. Al anochecer de aquel lunes, 22 de octubre de 1962, y desde poco antes de que el Presidente comenzara su intervención, volaban frente a las costas de la Florida 22 aviones equipados con cohetes aire-aire del tipo "Genie", armas nucleares de baja potencia que con su poder destructivo suplían lo que les faltaba en precisión a los cohetes de esta clase de la época. Cualquiera que intentara atacar a los Estados Unidos desde el sur, se encontraría con una defensa antiaérea armada hasta los dientes.(2) EL DISCURSO DEL SEÑOR PRESIDENTE A las 7 de la tarde, casi todos los norteamericanos estaban pendientes de la intervención del presidente Kennedy, la que se inició en la forma siguiente: "Conciudadanos, buenas noches. El Gobierno, de acuerdo con lo que había prometido, ha mantenido una estrecha vigilancia sobre las actividades militares soviéticas en la isla de Cuba. Durante la última semana se han obtenido pruebas inequívocas del hecho de que se están instalando una serie de bases de cohetes ofensivos en aquella Isla esclavizada. El objeto de estas bases no puede ser otro que el de montar una fuerza de ataque nuclear contra el Hemisferio Occidental". (3) Desde un inicio pone a los cohetes soviéticos en Cuba la etiqueta de "ofensivos", y los define como "una fuerza de ataque nuclear contra el Hemisferio Occidental", como si los pérfidos soviéticos y cubanos quisieran atacar a Costa Rica, Haití, Paraguay o Ecuador, entre otros, para reducirlos a polvo y cenizas. Mientras que ellos, pobres corderitos, no habían hecho jamás nada que motivara la necesidad de asegurar la defensa de una pequeña nación. "Esta urgente transformación de Cuba en una base estratégica importante —por la presencia de esas grandes y claramente ofensivas armas de largo alcance y de destrucción en masa— constituye una evidente amenaza a la paz y a la seguridad de todos los americanos, en flagrante y deliberada violación del Pacto de Río de Janeiro de 1947, de las tradiciones de esta nación y de este Hemisferio, de la Resolución Conjunta del 87º Congreso, de la Carta de las Naciones Unidas y de mis propias y públicas advertencias a los soviéticos de 4 y 13 de septiembre". En otra parte de su intervención, el señor Presidente planteaba: "...y nuestra historia, a diferencia de la soviética desde la Segunda Guerra Mundial, demuestra que no tenemos el menor deseo de dominar o conquistar a cualquier otra nación, o de imponer a su pueblo nuestro sistema. Sin embargo, los ciudadanos americanos han tenido que acostumbrarse a vivir diariamente enfocados por los cohetes soviéticos instalados dentro de la URSS o en submarinos". Con tales falacias y sobre la base de semejantes declaraciones el Presidente norteamericano resolvía, entre otras cosas, las siguientes: "...se inicia una estricta cuarentena de todo equipo militar ofensivo con destino a Cuba. Todos los buques de cualquier clase destinados a Cuba, procedentes de cualquier nación o puerto, serán obligados a regresar si se descubre que llevan armamentos ofensivos. Esta cuarentena será extendida, en caso necesario, a otros tipos de cargamentos y transportes". Era una medida de fuerza, como la que solo podría haber aprobado el Consejo de Seguridad de la ONU en determinadas condiciones. Además de que cuando lo estimaran necesario podrían ampliar a su antojo la "cuarentena". ¡Pero es que ningún estado puede hacer eso! Ningún estado puede detener los barcos de otro en alta mar. Eso está contra las leyes internacionales, contra la moral y contra el más elemental derecho de los pueblos. En este caso se cometían dos violaciones: una contra la soberanía cubana y otra contra el derecho de todos los pueblos, porque decían que detendrían, registrarían y harían regresar a cualquier barco, de cualquier país. ¿Dónde lo harían? ¿En aguas norteamericanas? ¡No! ¡En alta mar, es decir, en aguas internacionales! O sea, que el Gobierno de Estados Unidos violaba el derecho de todas las naciones, con lo que sentaba un precedente que debía ser alarmante para todos los pueblos del mundo. Y continuaba el presidente Kennedy: "He ordenado que prosiga y se incremente la estricta vigilancia de Cuba y sus instalaciones militares". Planteaba además que: "Convocamos una reunión inmediata del Órgano de Consulta de la OEA(NA: De nuevo el ministerio de colonias) para que considere esta amenaza a la seguridad del Hemisferio y que invoque los artículos 6 y 8 del Tratado de Río de Janeiro en apoyo de cualquier acción que sea necesaria. La Carta de la ONU permite los acuerdos de seguridad regional, y las naciones de este Hemisferio se manifestaron hace tiempo contra la presencia militar de potencias extracontinentales. Nuestros otros aliados de todo el mundo también han sido avisados". Y hacia el final de su discurso el señor Presidente manifestaba: "Por último, quiero decir unas pocas palabras al pueblo cautivo de Cuba (...) Os hablo como amigo (...), como hombre que comparte vuestras aspiraciones a la libertad y a la justicia para todos. Yo observé, y el pueblo americano observó, con profundo dolor, la manera en que vuestra revolución nacionalista fue traicionada y en que vuestra patria cayó bajo el dominio extranjero. Ahora, vuestros líderes no son ya líderes cubanos que se inspiran en los ideales de Cuba. Son marionetas y agentes de una conspiración internacional que ha hecho que Cuba se vuelva contra sus amigos y vecinos de América, y se convierta en el primer país latinoamericano que puede ser blanco de una guerra nuclear, en el primer país latinoamericano que tiene en su territorio armas de esta clase. "(...) Pero nuestro país no quiere causaros sufrimientos ni imponeros ningún sistema político. "(...) Y no tengo la menor duda de que la mayoría de los cubanos esperan hoy el momento de ser verdaderamente libres, libres de la dominación extranjera, libres de elegir sus propios líderes, libres de escoger su propio sistema, libres de poseer su propia tierra, libres de hablar, de escribir y de adorar sin miedo y sin humillación". Eran el colmo de los colmos los pretextos que esgrimía Kennedy para justificar su agresión a Cuba... . "Libres de escribir"... y también debió decir de leer, que para eso la Revolución había erradicado el analfabetismo. Entre los últimos planteamientos del presidente Kennedy estaba el siguiente: "Estamos solicitando (...) una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad (...) para pedir el pronto desmantelamiento y retirada de todos los armamentos ofensivos (...), bajo la supervisión de observadores, para que la cuarentena sea levantada". Como ellos lo comprobarían días más tarde, si el levantamiento de la cuarentena dependía de una inspección de la ONU en la Isla, tendría larga vida esa medida de fuerza, porque Cuba no se dejaría inspeccionar bajo ningún concepto. Hay que señalar que en la intervención del Presidente también se recalcaba que el bloqueo era solo el paso inicial, pues había ordenado al Pentágono que hiciese todos los preparativos necesarios para una ulterior acción militar. En conclusión, dos grandes potencias estaban a medio paso de la catástrofe nuclear. El discurso del Presidente fue brusco, persiguiendo el objetivo de crear la impresión, en los estadounidenses y en la opinión pública mundial, de que los cohetes soviéticos en Cuba representaban en sí una amenaza mortal para los Estados Unidos y otros Estados latinoamericanos, ya que a rusos y cubanos les hormigueaban los dedos por comenzar a oprimir los botones de lanzamiento. Ahora bien, se puede afirmar sin lugar a dudas que la implantación de la "cuarentena" constituyó un acto ilegal desde el punto de vista del derecho, pues las reglamentaciones internacionales consideran el bloqueo como un sistema de acciones violentas de la marina de guerra de un Estado beligerante (o de una coalición de Estados), dirigidas a impedir el acceso desde el mar a una costa que se encuentra en poder del enemigo. El bloqueo es entonces uno de los métodos de realización de la guerra. Por eso este solamente puede ser legal en tiempo de guerra. El derecho internacional moderno no reconoce el así llamado "bloqueo pacífico". Durante la comparecencia del Presidente por radio y televisión, se efectuó la evacuación de los 2 890 familiares civiles que se encontraban en la Base Naval de Guantánamo; 390 de ellos fueron evacuados en aviones y 2 500 en diferentes embarcaciones. A continuación de la intervención presidencial, esa misma noche, el representante de los Estados Unidos ante la ONU, Adlai Stevenson, entregó al Presidente temporal del Consejo de Seguridad (quien, por ironías del destino, no era otro que Valerian Zorin, el representante de la URSS) la petición para que se realizara una reunión extraordinaria del Consejo con el objetivo de que fuera examinada la solicitud: "Sobre la seria amenaza a la paz y a la seguridad en todo el mundo por parte de la URSS y Cuba". Simultáneamente, estos dos países también se dirigieron al Consejo con quejas sobre las acciones agresivas y antijurídicas de los Estados Unidos, solicitando una reunión urgente. Este día Kennedy envió además una carta personal a Jruschov a través de un canal de comunicación especial. Con esta carta comenzó la correspondencia secreta entre ambos, la que se extendió durante todo el periodo de la Crisis y constó de 25 misivas. El "canal secreto" de comunicación había sido organizado en la primavera de 1961 por iniciativa del hermano del Presidente, Robert Kennedy, y la comunicación directa se efectuaba a través del diplomático soviético en Washington, Bolshakov. Este canal no diplomático ni oficial jugó un rol muy importante en el establecimiento de relaciones personales más cercanas entre los máximos dirigentes de los Estados en conflicto. Sobre este canal no podían influir la CIA, ni el Departamento de Estado ni el Pentágono. Ambos líderes concedieron gran importancia a la posibilidad de esta comunicación y la utilizaron activamente. El contenido de la primera carta fue duro y sin compromisos; en ella el presidente Kennedy expresó la esperanza de que el Gobierno de la Unión Soviética se abstendría de acciones que complicaran la Crisis y colaboraría en su rápida solución. A su vez, en Cuba se desarrollaba la movilización del país por Alarma de Combate, mientras que el general de ejército Pliev convocó urgentemente una reunión ampliada del Consejo Militar de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS), en la que ordenó que todas las unidades fueran puestas en completa disposición combativa. También dijo en esa reunión: "Si el enemigo no emplea el arma nuclear combatiremos con armas convencionales. No tenemos a dónde retroceder, estamos lejos de la Patria y la reserva de combate alcanza para 5-6 semanas. Si destruyen la Agrupación combatiremos en composición de una división, si destruyen la división, en composición de regimiento, si destruyen el regimiento nos iremos a las montañas a desarrollar la lucha guerrillera...". (4) Esa misma noche se recibió un telegrama de Moscú con el contenido siguiente: "Al camarada Pavlov. En relación con el posible desembarco en la isla de Cuba de las tropas norteamericanas que realizan maniobras en el Mar Caribe, adopte medidas inmediatas para incrementar la disposición combativa y para rechazar al enemigo con las fuerzas conjuntas del Ejército cubano y de todos los medios de las tropas soviéticas, excluyendo los medios de Statsenko y todos los cargamentos de Beloborodov. Firmado DIRECTOR, No. 4/389".(5) A partir de aquel momento, todos los trabajos en los emplazamientos de los cohetes de alcance medio se realizaban solamente de noche, y a la par con ellos se comprobaba el funcionamiento de los equipos de lanzamiento y preparación, así como se efectuaba la comprobación multilateral de los cohetes portadores y de sus cabezas de combate nucleares. (Continuará) (*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles 1 Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de... Ob. Cit.., p. 53. 2 Gribkov, Anatoli y Smith, William: Operación ANADIR. Generales estadounidenses y soviéticos... Ob. Cit. 3 Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de¼ Ob. Cit., p. 129-142. Las citas siguientes al discurso del presidente Kennedy también fueron tomadas de esta obra. 4 Al borde del abismo nuclear... Ob. Cit., p. 227. 5 Idem, p. 364. Entregas anteriores: Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XVII): La Crisis en pleno apogeo Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XVI): Bloqueo, pero después el golpe aéreo Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XV): Atacar o no atacar, he ahí la cuestión Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XIV): La histeria se desencadena Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XIII): La clave que nunca se usó: “Al Director: la cosecha de caña de azúcar marcha con éxito” Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XII): Nunca rendiremos cuentas de nuestra soberanía Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XI): Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la crisis Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (X): Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la crisis Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (IX): Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la crisis Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VIII): Si estamos haciendo una cosa absolutamente legal, absolutamente justa, ¿por qué ocultarlo? Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VII): Ocupando posiciones Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VI): La travesía, ¿en qué condiciones? Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (V): Una reunión histórica y una decisión de última hora Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (IV): ¡Manos a la obra! Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (III): Algunos errores de apreciación Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (II): Nacimiento y aprobación de la Operación “Anadir” Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (I): Surge una idea audaz e inesperada GRANMA
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