ANTECEDENTES DE LA GENERACIÓN DEL CENTENARIO El 26 de noviembre de 1952, como parte de la promoción para la asistencia al acto de recordación por el 81 aniversario del fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina por el gobierno colonial español en 1871, ocurría un hecho de especial significado ya que reiteraba la táctica de irrupción estudiantil en áreas alejadas de los muros universitarios. Un numeroso grupo se lanzaba al terreno del estadio del Cerro, la mayor instalación deportiva del país, durante la celebración de un juego de béisbol. Unos 20 mil espectadores veían entonces cómo los estudiantes desplegaban en el terreno una enorme tela en la que se leía "¡Abajo la dictadura!" Rápidamente decenas de policías irrumpían también en el terreno para golpear a los jóvenes que se defendieron con los puños antes de ser reducidos por la fuerza. Era una nueva presentación de credenciales a José Antonio Echeverría, quien caía preso con Juan Pedro Carbó y varios universitarios más.
Al día siguiente, la Universidad de la Habana daba cabida al pueblo en su gigantesca escalinata. Cada efeméride patriótica era ocasión para transformar la tribuna evocadora en barricada de agitación contra el régimen. Ese 27 de noviembre decenas de hombres vinculados a Fidel asistieron por la noche a la universidad. Al cortar las autoridades el fluido eléctrico en la zona, no solo quedaba inconcluso aquel acto de masas, sino también su transmisión radial por una pequeña planta clandestina, la segunda que había entregado a Fidel el médico matancero Mario Muñoz. Última acción de propaganda "ilegal" del incipiente movimiento en esta primera fase del enfrentamiento a la tiranía; mas, no el abandono de la agitación y propaganda revolucionarias. Fidel aprovecharía toda oportunidad de apertura en la prensa legal y las grandes manifestaciones estudiantiles de enero y febrero de 1953 para atacar el régimen, y entrenar y depurar las filas de sus seguidores. Esa noche del 27 de noviembre de 1952 en la universidad, el estudiante de ciencias comerciales y trabajador Reinaldo Boris Luis Santa Coloma pasaría a integrar el movimiento: intermediario, su amigo y compañero de trabajo Jesús Montané. Montané había pasado a ocupar el cargo de administrador en la Frigidaire. Allí laboraba Boris en constante enfrentamiento a la empresa como secretario general del sindicato organizado por él. Gesto de gran sensibilidad y muestra de una clara conciencia clasista en contradicción con su posición social, cuando poco después Montané recibiera de los dueños la orden de promover expediente de despido contra Boris, se negaría a cumplir y renunciaría a su bien remunerado puesto en esa filial de la poderosa transnacional norteamericana. (Tomado del libro El grito del Moncada, de Mario Mencía) GRANMA
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