9 de febrero de 1957
DESPUÉS DE los dos golpes consecutivos sobre el ejército de Batista en La Plata y Llanos del Infierno en enero de 1957, Fidel decidió alejarse de la zona, separándose por el momento del enemigo, con vistas a dar descanso a los hombres, así como con el objetivo de buscar un lugar apropiado desde donde reactivar los contactos con la dirección de la lucha clandestina en las ciudades, y organizar una entrevista de prensa capaz de romper la censura y de esa manera dar a conocer la existencia y actividad combativa del Ejército Rebelde. De acuerdo con la narración de varios autores en las páginas de Granma, desde la salida de los Llanos del Infierno hasta llegar a la zona de Altos de Espinosa, transcurrieron 17 días de incesantes caminatas para los fundadores del Ejército Rebelde. La represión de las tropas de la tiranía despobló amplias zonas de la Sierra Maestra, haciendo sumamente difícil la ayuda del campesino serrano a la guerrilla. Tal como había previsto el Comandante en Jefe, el enemigo continuó las operaciones luego de la emboscada del 22 de enero. No obstante, un hecho fortuito introdujo una variante en el método utilizado hasta entonces por el teniente coronel Joaquín Casillas. Alrededor del día 23, el ejército batistiano hizo prisionero a Eutimio Guerra, activo colaborador del Ejército Rebelde, quien había sido autorizado a visitar su casa por problemas familiares. La proposición de Casillas ablandó al prisionero: en primer lugar la vida; luego grados, fincas y dinero a cambio de la destrucción total del grupo revolucionario. Del emplazamiento enemigo del Naranjal, a escasos kilómetros del campamento rebelde, salió el traidor. Ocultas bajo sus ropas una pistola 45 y dos granadas; en el bolsillo un salvoconducto firmado por el asesino de Jesús Menéndez. Los primeros frutos de la traición se recogieron inmediatamente: pequeños caseríos en El Mulato, en la Cueva del Humo y otros, son borrados de la faz de la tierra. Colaboradores, tenderos, arrieros son detenidos y asesinados. Eutimio habla, delata, señala. Casillas desaloja, quema, mata. La noche del 27 de enero, Fidel ofrece parte de su frazada a Eutimio, ya que este no tiene cómo abrigarse y la noche está fría. El traidor se acuesta junto al Jefe de la Revolución; no duerme, pregunta por la ubicación de las postas; pero no se atreve a una acción directa personal. El Che así lo describe: Eutimio pasó esa noche al lado del Jefe de la Revolución, teniendo su vida en la punta de una pistola, esperando la ocasión para asesinarlo, y no se animó a ello; toda la noche, una buena parte de la Revolución de Cuba estuvo pendiente de los vericuetos mentales, de las sumas y restas de valor y miedo, de terror y, tal vez, de escrúpulos de conciencia, de ambiciones de poder y de dinero, de un traidor; pero por suerte para nosotros, la suma de factores de inhibición fue mayor y llegó el día siguiente sin que ocurriera nada. La mañana del 30 de enero, la avioneta de reconocimiento del ejército voló sobre las faldas de la loma de Caracas, donde estaba el campamento rebelde. En aquel aparato viajaba el traidor, que señaló el lugar exacto donde el día anterior él mismo ubicó al destacamento guerrillero. De nuevo la previsión de Fidel impidió la consumación de los planes enemigos, pues por orden suya solo se dejó la cocina en el lugar y se había trasladado el campamento para otra zona. Durante dos horas, el punto donde estaba inicialmente el campamento fue bombardeado y ametrallado por cinco aviones de combate de la fuerza aérea del régimen. Por tierra avanzan tropas de infantería, con el fin de completar la obra de los aviones. Ante ese otro fracaso, el jefe enemigo presiona al traidor para concluir la sucia misión que le había encomendado. El lugar escogido fue un cañón en las laderas de Altos de Espinosa. Era el 7 de febrero de 1957. El mando enemigo preparó la operación para el día 8; pero debido a la inmensa lluvia la aplazó para la mañana siguiente. El plan consistía en avanzar sobre la ladera con las fuerzas divididas en tres grupos, los cuales marcharían desde la base y por ambos lados del cañadón donde se encontraban los guerrilleros hasta totalizar el cerco formando una trampa mortal. El papel de Fidel en la neutralización de los planes del enemigo fue decisivo. No le ha pasado inadvertida la actitud de Eutimio. Desde hace días en su mente ha ido atando los cabos sueltos y ha llegado a la conclusión de que Eutimio está traicionando. El día 9, un campesino retenido por una de las postas rebeldes habla de la cercanía de un campamento enemigo y también dice algo sobre Eutimio: que lo vio por ese rumbo. Para Fidel no hubo ya dudas y ordenó recoger y salir del cañadón avanzando hacia la cima de la montaña, hacia los Altos de Espinosa. Además, impartió instrucciones para, en caso de dispersión, tomar como punto de reunión posterior la zona de El Lomón. Cuando la guerrilla estaba ganando la cima, lo hacía también por el sureste una de las unidades del ejército batistiano. Se produjo entonces un combate de encuentro con descargas cerradas de fusiles y ametralladoras. A unos pasos del Comandante en Jefe cayó fulminado por una ráfaga el combatiente rebelde Julio Zenón Acosta, un trabajador que subió a la Sierra en los primeros días del año 1957 con el primer pequeño grupo de refuerzos enviado por Celia Sánchez desde Manzanillo. El combate en Altos de Espinosa el 9 de febrero de 1957, a simple vista, no arrojó una victoria como la de La Plata y Llanos del Infierno; pero sin dudas las acciones de ese día influyeron favorablemente en el cumplimiento de las misiones inmediatas del núcleo guerrillero y en su consolidación y desarrollo ulterior. GRANMA
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