Varias investigaciones han estudiado las particularidades del crimen de Dallas en busca de los asesinos Autor: Fabián Escalante Font* | internet@granma.cu Durante más de 50 años varios investigadores norteamericanos y de otras latitudes, han estudiado las particularidades del crimen de Dallas en busca de los asesinos, cuando siempre estos han estado a la vista de todos. La mayoría coincide en la teoría de un complot, y descartan la posibilidad de un asesino solitario, en tanto para su realización tuvo que emplearse a un equipo de hombres con el adiestramiento y los recursos necesarios. Un crimen de tal naturaleza no pudo ejecutarse sin complicidad oficial, es decir de las autoridades locales y nacionales. Hoy en día muchos de aquellos investigadores señalan directamente al presidente Johnson como uno de los responsables, conjuntamente con el complejo militar industrial congresional, el Pentágono, el FBI, la CIA, la mafia y el exilio cubano, como cómplices y ejecutores, algo de lo que ya pocas personas, incluido el pueblo norteamericano, abriga dudas. Cuba, acusada de participar directa o indirectamente en el hecho, ha mostrado siempre su interés en llegar al esclarecimiento de los mismos, entregando al Comité Selecto de la Cámara de Representantes en 1978 toda la información que obraba en su poder de agentes de la CIA y exiliados contrarrevolucionarios que aparecían vinculados al magnicidio, así como las declaraciones de funcionarios cubanos, y las investigaciones realizadas por los servicios de inteligencia del país. Nuestra investigación no se dirigió a determinar quiénes fueron los ejecutores, en tanto el crimen se cometió en Estados Unidos y son esas autoridades las responsables de su esclarecimiento y las que innecesariamente prolongan la desclasificación de las investigaciones por ellos realizadas, ahora hasta el 2029. Por nuestra parte seguimos el rastro de Lee Harvey Oswald, el sindicado asesino, y demostramos cómo comenzó a transcurrir en él una extraña metamorfosis en la cual un marine se convierte en desertor en la URSS, retorna al país, se vincula con círculos de emigrados rusos y agentes CIA, se transforma repentinamente en “simpatizante” de la Revolución Cubana, y pretende viajar a la Isla con la intención —como después se demostrará— de vincular a las autoridades cubanas con el crimen que ya desde entonces se comenzaba a preparar. Así comprobamos que Oswald había sido reclutado para la inteligencia norteamericana durante su servicio en el cuerpo de “marines”, donde tuvo acceso a secretos militares relacionados con los vuelos de los aviones espías U-2 sobre la URSS y China, al tiempo que fue adiestrado en idioma ruso. En diciembre de 1959 solicitó la baja del servicio y después de un largo periplo se dirigió a Moscú donde solicitó asilo político, rompió su pasaporte y se declaró marxista. Durante su estancia en la URSS, la cohetería antiaérea de ese país derribó —por primera vez— en mayo de 1960 a un avión U-2 que sobrevolaba el espacio aéreo soviético. Oswald conocía de estos vuelos y sus parámetros pues había trabajado en la base de Atsugi, Japón, desde donde se dirigía la operación de espionaje. A comienzos de 1961 Oswald solicitó a las autoridades norteamericanas su regreso a Estados Unidos, algo que obtuvo, arribando a ese país en julio de 1962 con los gastos pagos. Tras su inexplicable regreso a Estados Unidos, Oswald desarrolló una imagen de izquierdista, pero en realidad mantenía relaciones en Dallas, con la colonia rusa emigrada, con el FBI y la CIA, según consta en las investigaciones oficiales. En esa época obtuvo sin dificultades trabajo en una empresa que se dedicaba a fabricar los mapas de vuelo de los aviones U-2, que tenía nivel de seguridad. En abril de 1963 Oswald deja a su familia en Dallas y se instala en Nueva Orleans, restableciendo relaciones con sus viejos conocidos Guy Banister y David Ferrie, ambos agentes CIA y con organizaciones de exilados cubanos, participando al menos en un viaje a los campamentos de entrenamientos de estos últimos, según fuentes oficiosas norteamericanas. Coincidentemente en ese mes se realizó una reunión en la isla de Bimini, muy cerca de la Florida, entre exilados cubanos, altos oficiales CIA y representantes de la mafia donde se analizó el asesinato de Fidel Castro y la “eliminación” del “rosado” de la Casa Blanca. En abril también se disolvió el “Consejo Revolucionario Cubano”, organización líder del exilio, acusando a Kennedy de haberlos abandonado, mientras Orlando Bosch en Nueva Orleans lo acusaba de haber traicionado la “causa cubana”. También por esas fechas se reúnen en Cuba Fidel Castro y el abogado norteamericano James Donovan,**quien facilitó una entrevista de prensa a la periodista de ABC News Lisa Howard, donde conversaron sobre las posibilidades de una eventual normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba En mayo, Oswald organizó un “Comité Pro Justo Trato a Cuba” en Nueva Orleans, escribió a su presidente nacional, solicitando instrucciones y se inscribió en el Partido Comunista. En ese mes comenzó a fabricar y distribuir propaganda a favor de Cuba, muchas de las cuales tenían como pie de imprenta la dirección de Camp Street 544, edificio donde radicaban las oficinas de Banister y del Consejo Revolucionario Cubano. El 1ro. de agosto, Oswald escribe nuevamente al presidente nacional del Comité Pro Justo Trato a Cuba donde se quejaba de las autoridades de Nueva Orleans y le narraba un episodio que no ocurriría hasta ocho días después, cuando fue interceptado por dos cubanos exilados mientras distribuía propaganda, siendo detenido por la policía, hecho que apareció en la prensa local. El 21 de ese mes, comparece en una estación radial para enfrentar a Carlos Bringuier, uno de los exilados y allí se proclamaría marxista y “castrista”, algo que quedaría grabado para el futuro. En septiembre obtiene pasaporte nuevo con el pretexto de un viaje de turismo a México y en esos días, según el periodista norteamericano Dan Rather visitó a Robert McKeown, un contrabandista de armas de la zona en unión de un cubano para la compra de dos fusiles de precisión armados con mira telescópica. También en septiembre Oswald se reunió con el oficial CIA David Phillips en Dallas Texas, a quien lo acompañaba el conocido terrorista de origen cubano Antonio Veciana, para el planeamiento de un operativo. En esos días, según el Comité Selecto, visitó a la emigrada cubana Silvia Odio, residente en esa ciudad, acompañado por dos cubanos, quienes dejaron saber a esta que Oswald era un certero tirador, y afirmaba que el “asunto” cubano se concluía eliminando a Kennedy, comentarios que posteriormente contribuyen a su incriminación. Entre los días 27 y 28 de septiembre, Oswald arribó a ciudad México y visitó los consulados cubanos y soviéticos con la pretensión de obtener visas de viaje, algo que le es negado. Las autoridades cubanas poseen la planilla por él rellenada con su foto, algo que excluye que haya sido un doble. También fracasó el intento de reclutamiento de un diplomático cubano, quien debía desertar para atestiguar las relaciones de Oswald con las autoridades cubanas. Mientras tanto, se reunían en New York los embajadores cubano y norteamericano ante la ONU, para continuar analizando las perspectivas de una eventual normalización de las relaciones entre ambos países. Robert Kennedy fue informado de los resultados y orientó la continuación de tales conversaciones, pero muy discretamente. En octubre la CIA, en París, Francia, concertó con el excomandante Rolando Cubela (Am/Lash) el asesinato de Fidel Castro y la realización de un golpe de Estado en Cuba, para lo cual este solicitó el apoyo de la administración, que le fue concedido y los medios para el crimen, un bolígrafo con aguja portadora de veneno y fusil con mira telescópica. Se acordó también subordinar las operaciones Am/World, Am/Truck y otras dentro de Cuba a los fines de provocar, una vez asesinado Fidel, un levantamiento interno que facilitara el desembarco de los mercenarios dislocados en Nicaragua y Dominicana. En noviembre, mientras Oswald regresaba a Dallas, fracasado su intento de viajar a la Isla, la CIA ejecutaba una variante operativa que le posibilitara documentar las relaciones de este con Cuba. Para tales efectos depositó tres cartas en buzones de la capital cubana en las que se mencionaba un inminente operativo contra Kennedy, las relaciones que sostenía con la inteligencia cubana y la alternativa de viajar a Cuba una vez realizado el operativo. Dos de las cartas fueron ocupadas por las autoridades norteamericanas posterior al magnicidio, y otra confiscada por las cubanas. Después de la muerte de Oswald se enviaron dos cartas más, una al New York Times y otra a Robert Kennedy donde se denunciaba a Cuba como autora del hecho y a la embajada cubana en México como el centro del complot. A principios de noviembre el servicio secreto fue informado de dos señales de atentado contra Kennedy, una en Chicago y otra en Tampa, donde participarían exilados cubanos. Nada fue investigado. El 20 de noviembre la ciudadana Rose Cheremie denunció a la policía de Dallas que había sido arrojada de un auto en marcha por el cubano Sergio Arcacha Smith, que se encontraba en preparativos para el asesinato de Kennedy. Nada se investigó. Según el Comité Selecto de la Cámara, para esas mismas fechas, Antonio Veciana, Manuel Salvat, Carlos Bringuier, Howard Hunt, Frank Sturgis y otros líderes del exilio cubano y agentes CIA se encontraban en Dallas. Ello coincide con la información brindada por Tony Cuesta años después, al confesar que Sandalio Herminio Díaz y Eladio del Valle, dos connotados terroristas cubanos, fueron parte del equipo que realizó el magnicidio aquel 22 de noviembre. Ese día, al tiempo que Kennedy era asesinado en Dallas, Fidel Castro se encontraba reunido con el periodista francés Jean Daniel enviado por Kennedy para entrevistarse con el líder cubano, y el agente CIA, AM-Lash recibía en París, los instrumentos de muerte para asesinar a Fidel Castro. Inmediatamente después del crimen, intensas campañas mediáticas fueron desatadas acusando a Cuba de ser la causante del mismo, y tres semanas más tarde cortadas repentinamente, algo que demuestra la manipulación de las mismas. Finalmente develamos la política dual del gobierno de Kennedy en la que al tiempo que escalaba la guerra subversiva contra Cuba, daba cautelosos pasos para posibilitar una negociación entre ambos países desde posiciones de fuerza: la clásica estrategia del “garrote y la zanahoria”. Mientras el exilio recalcitrante y descontrolado, asumiendo una eventual traición de Kennedy como resultado de los compromisos adquiridos con la URSS, estimulado por la CIA y la mafia, continuaba su propia guerra y atacaba una y otra vez a nuestra patria. Los elementos expuestos sucintamente, nos posibilitaron concluir, más allá de la duda razonable, la existencia de un complot a escala nacional responsable del magnicidio, donde sus principales ejecutores fueron la CIA, la mafia, el FBI y los grupos fundamentalistas del exilio cubano, que desde sus inicios pretendieron involucrar al Gobierno revolucionario, para luego del magnicidio asesinar a Fidel Castro, provocar un golpe militar dentro de Cuba y contar con un “pretexto plausible” para desencadenar una invasión militar a la Isla, en apoyo y auxilio de las acciones que para entonces suponían que el “frente” interno realizaría, para recuperar así sus “paraísos” perdidos. * Fabián Escalante Font, general de división ® autor del libro El Complot: Objetivos JFK y Fidel. ** James Donovan, abogado, fue el negociador por la parte norteamericana para la liberación de los mercenarios capturados en Girón. GRANMA
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