Quince años después, las heridas siguen latentes. El sufrimiento de los Cinco y sus familiares no es algo ante lo que el mundo pueda cerrar los ojos.
Varios Autores Separarse de un ser querido puede hacer tambalear muchos cimientos de la vida. Ante la falta de un hijo, la pareja o los padres, la herida que se abre es difícil de sanar. Pero es más desafiante aún salir a hacer la historia con el dolor a cuestas. La verdadera entereza está en la lucha por no extrañar, por seguir, por sanar. Dudas, preguntas y miedos invaden todo. La vida ha cambiado y es difícil de soportar. La sensación de desamparo reina ante lo que parece un reto imposible. Por suerte, ahí está, en forma de abrazo solidario, lo que no se ve desde el primer vistazo. Esa ha sido la realidad de los Cinco y sus familiares durante 15 años. Un dolor permanenteMás de lo que por humanidad y admiración pueda comprender alguien sobre el sufrimiento de los Cinco, lo explica Patricia Arés Muzio, Doctora en Psicología, quien ha seguido de cerca estas historias como una vez lo hizo con la batalla por el regreso del pequeño Elián González. «La separación de un miembro de la familia —en estos casos: un padre, un hijo o un esposo— se considera en Psicología de la familia como un evento de gran impacto, que tiene una repercusión emocional importante en el funcionamiento de la dinámica familiar. «La pérdida de un miembro querido, sobre todo por razones ajenas a la voluntad, como una muerte inesperada o una situación de encarcelamiento por injusticia (porque se añade el sentimiento de lo injusto), mantiene esta estructura familiar en una situación de duelo no resuelto. «Esto provoca un sentimiento de pérdida, distancia y separación, unido a la sensación de no poder disfrutar de la presencia de ese miembro en eventos importantes de la vida familiar», explica la también Presidenta de la Sociedad Cubana de Psicología. La ausencia continua deja siempre una sensación de tristeza que ha podido superarse gracias al sentimiento de unión de las cinco familias, comenta la especialista, y referencia que estas han mostrado estar cohesionadas por el cariño y por una relación donde hay comunidad de intereses y valores. «Han enfrentado el desarrollo de sus hijos en la distancia del padre, y vivieron estos eventos con el recuerdo de la ausencia y la huella del dolor. Las funciones parentales no son sustituibles, aunque la madre asuma la mayoría de las acciones con dedicación. Afortunadamente, la unión, el respeto y la admiración que se profesan entre ellos ha posibilitado ese sentimiento de cercanía durante estos años», comenta. Algo dice la Psicóloga y es importante destacarlo porque para muchos es una verdad asumida. «A veces pensamos en los héroes como personas que no sufren ni padecen y a los que sus valores los liberan de angustias. Pero los Cinco sienten tristeza, añoranza y nostalgia como cualquier persona cuando está separada de su familia», afirma. Muchos ven esta situación desde una mirada más política, pero es necesario recordar la perspectiva familiar. Asegura Arés que la carencia de la figura del padre siempre se siente, sobre todo en las etapas tempranas de la vida. A la ansiedad familiar se añade esa expectativa por la duda de la posible y deseada solución del conflicto, como refleja la Doctora. «Es esta expectación continua en relación con las noticias de los procesos legales la causante de un modo de vida donde todo gira alrededor de esta solución y pierden centralidad otras circunstancias. «Los niños son pequeños, una hija embarazada o la graduación de alguien son eventos que deben convertirse en el centro de la familia. Pero estos hogares han tenido como centralidad aferrarse a la ilusión del retorno, a la solución del conflicto legalmente. Esto añade una tensión latente y constante, que obliga a fortalecerse como familia para aprender a convivir con esta ansiedad», agrega. Y aunque siempre se mantienen la ilusión, el optimismo y las acciones, es difícil estar todo el tiempo en la agonía de si volverán, si podrán tenerlos, sobre todo las personas de la tercera edad, sentencia. «Además de los hijos y esposas, hay madres y padres que no tienen todo el tiempo del mundo. Entonces la vida se divide en la decisión política, la legal y el tiempo vital. Mientras se acercan a la tercera edad la respuesta es más dramática porque hay un impacto emocional fuerte», dice. Y si el tiempo no alcanza«Quiero esta foto porque puede ser la última con mis dos hijos», fueron las palabras de Irma Sehwerert, madre de René, cuando él vino a ver a su hermano Roberto González, y pudieron fotografiarse los tres juntos, sabiendo que uno estaba enfermo y el otro demoraría en volver. Y fue la última fotografía. Como también fue la despedida entre René y su padre Cándido, sin que nadie lo sospechara. Estos sufrimientos también angustian a Magalys Llort y Mirta Rodríguez, madres de Fernando González y Antonio Guerrero, respectivamente. El tiempo hizo que Gerardo Hernández y Ramón Labañino dijeran adiós desde su encierro a quienes les dieron vida. Estos 15 años, además, van dejando sin la posibilidad de ser madres a Rosa Aurora Freijanes y Adriana Pérez. Ninguno de estos hechos tiene segunda oportunidad. Las rodillas de Ramón se dañan y ya ha decrecido varios centímetros, contó su hija Laura. Las encías y los dientes de Tony ya no son los mismos. El deterioro físico de este hombre ya es visible, y su hijo Tonito lo nota en cada visita. Por suerte, hay sentimientos que nunca decrecen. «El apoyo social hace que estén preparados para enfrentar la adversidad y fortalecerse. La dignificación del proceso da un sentido de lucha que amortigua el dolor y como la familia es parte de la defensa, compromete sus acciones cotidianas y no desarrolla sus mismos rituales», explica la doctora Arés. «Los Cinco merecen más de lo que hacemos», expresó una vez Ailí, la hija mayor de Ramón. Pero combinar las exigencias del trabajo y los estudios con la lucha por el regreso de un ser querido, no es algo fácil. Hay días en que el dolor hace presa de uno. Sin embargo, se precisa echar a andar. A juicio de la experta, «es un duelo complicado porque la muerte, el divorcio o una enfermedad llevan a la aceptación. Pero este es el duelo de la incertidumbre, porque la realidad no se acepta y mantiene en situación de rabia y dolor por la injusticia. «Se termina de superar un dolor cuando se concilia con él. Pero este es permanente. En ningún momento llega la resignación, ni se concierta la psicología con esa condena. Siempre existirá un sentido de lucha». No son héroes por casualidadSe le puede ver por ahí sin sospechar quién es esta mujer. Pero su voz emocionada y emocionante enseguida la delata si comienza a hablar sobre sus cinco hermanos. La argentina Graciela Ramírez Cruz, coordinadora del Comité Internacional por la Libertad de los Cinco, ha hecho de esta la causa mayor de su vida. «Han sido 15 años de enormes violaciones, intensos días de aislamiento en el “hueco”, manipulación de las visas a sus familias, sufrimiento… Pero el salvajismo del Gobierno de Estados Unidos no ha destruido el amor de Gerardo, la fe de Ramón, la dignidad de Antonio, la confianza de Fernando, ni pudo con la esperanza de René. «Ahí están los Cinco a pesar del dolor, la tristeza y el martirio. Su calidad humana, la comprensión, el cariño y la tolerancia, trascienden barrotes, vuelan y germinan, y eso ha sorprendido a miles de amigos del mundo, que han mostrado su apoyo y comprensión», comenta. Pero toda historia tiene sus razones. Nadie quiere por querer ni hace por hacer. Graciela ha descubierto en «sus muchachos» algo especial. «Lo que más me ha asombrado, además de su calidad revolucionaria, es su condición humana. Son personas de un corazón enorme. Hijos, padres y esposos amorosos; seres humanos de una excepcionalidad tal, que han sido capaces de sobrellevar con una sonrisa este calvario. «Han soportado, con total entereza, el abuso, el dolor y la pérdida de familiares amados. Es terrible recibir malas noticias en extremas condiciones sin poder hacer nada ni tener el consuelo de los seres queridos, alguien que te abrace o te diga una palabra de aliento. Han peleado solos en terribles circunstancias. En estos detalles está su bondad, su entereza, su valor humano». No son héroes por casualidad ni son de mármol, expresa Graciela. Ponen de manifiesto su heroicidad en los momentos más difíciles y por ello son tan extraordinarios. Igual de excepcionales son sus familias por soportar esta barbaridad. Ciertamente, los Cinco han sufrido más porque las injusticias se han trasladado a sus familias. «Hay que ser muy fuerte para superarse en el amor sin ver a un ser querido, mantener una relación por correo o a través de cartas esporádicas, como Adriana y Gerardo, o Rosa Aurora y Fernando», agrega. Con las madres de la Plaza de Mayo, que con su amor y entereza exigen justicias por todos sus hijos, compara Graciela la resistencia de los familiares, quienes han andado por el mundo exigiendo justicia, muchos dejando a un lado padecimientos y cansancios. «Algo que nos asombra es que nunca piden por uno, sino por los Cinco, y la preocupación más grande siempre es por Gerardo. «Los Cinco son seres humanos maravillosos que se crecen ante la infamia y siguen esperando el triunfo de la verdad. Sus valores nos hacen admirarlos, quererlos y sentirlos como familia. Y la batalla que llevamos a cabo por ellos está llena de amor, solidaridad, compromiso y orgullo por su resistencia. Ha pasado a ser de las grandes causas que defiende la Humanidad y ellos son más que los Cinco de Cuba», afirma resuelta Graciela, mientras define que esta es una campaña larga, dura y dolorosa. Juventud Rebelde
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May 2016
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