LETICIA MARTÍNEZ HERNÁNDEZ, enviada especial QUITO, Ecuador.— Tiene solo 300 minutos al mes para hablar por teléfono. Cada llamada deberá durar 15 si no quiere escuchar del lado de allá del intercomunicador el vacío cortado por un ruido intermitente, nada más parecido a la soledad, a la inquietud que provocan las palabras que se quedan trabadas en el pecho. Para no sentirla, se ha convertido en un administrador del tiempo. No tiene un segundo que perder, han sido demasiadas las horas en prisión. Por eso, un minuto en la vida de Gerardo es invaluable y a quien se lo dedique puede colarse entre los privilegiados.
Me cuenta Irmita, la hija del héroe René, que su tío Gerardo todos los meses debe compartir las llamadas telefónicas con los abogados, con su amada Adriana, con los familiares, con los amigos, pero también con aquellos seres humanos que se han sumado a su causa, a su libertad postergada, a ese sueño necesariamente alcanzable de su liberación. Y parece un rompecabezas ajustar los deseos de comunicarse con las restricciones de una prisión que pretende acortar sus alas. Pero este sábado decidió dedicar sus quince minutos a los muchachos que asisten al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, porque este hombre inmenso parece estar en todas, como dicen los muchachos de ahora. "¡Es Gerardo al teléfono!, ¿dónde están los olímpicos, dónde están Elián y Jorgito?". Entonces se forma el correteo porque el tiempo en la cárcel no espera, ni siquiera por los héroes. Cuenta Idalys Ortiz, la judoca olímpica enorme y gentil, que Gerardo la felicitó por el campeonato mundial y olímpico, que les mandó saludos a los profes Veitía y Justo, y le agradeció por los alegrones que le generan sus estrellones en el tatami. "Es la primera vez que hablaba con él", confiesa aún consternada la muchacha de Candelaria. "Me parece increíble que en medio de la difícil situación que vive, alejado de su familia, de sus seres queridos, haya elegido hablar conmigo". Él se ha convertido en una inspiración, dice Idalys, luego de saber que el Héroe de la República de Cuba era uno de sus más grandes admiradores. Otro tanto le sucedió a Leuris Pupo, el campeón olímpico de tiro que también participa en el Festival Mundial: "Después de la medalla de Londres, que me pase esto a mí, es lo más grande", resume con su humildad de siempre. "Le dije que estaba contento por haber venido a Ecuador, que hacía mía la batalla por los Cinco y que lo esperábamos pronto en casa". Mientras los quince minutos perduraban conversó con Elián; con Ailín, la hija de Ramón, su hermano de causa; con Alaín Sánchez, el pitcher de Villa Clara al que recordó que él era industrialista de pura cepa, pero no negaba la valía del equipo del centro de la Isla; y con Jorgito, el estudiante de Periodismo que desde hace años se convirtió en uno de los tantos hijos de Adriana y Gerardo. Entonces supongo que colgó feliz, quizás recordando los tiempos en que era un veinteañero y ya andaba salvando a su Patria en el mismísimo imperio, quizás pensando en que si la vida le diera un hijo querría que fuera como los jóvenes que Cuba trajo al Festival, quizás planificando otros quince minutos para lanzar de nuevo su llamada hasta Quito. Mientras tanto, estemos atento, quizás el Héroe vuelva a sorprendernos. GRANMA
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May 2016
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