Liz Beatriz Martínez Son muchas ya las personas que han intercambiado con Los Cinco, pero pocas han escrito sus memorias del encuentro. Este día, Soy Cuba comparte con ustedes la crónica que redactó una de nuestras colaboradoras sobre el momento que compartió con ellos. ¿Ya tuviste la oportunidad de tenerlos cerca? Comparte con nosotros como te fue… Lo soltó de pronto, sin premeditarlo mucho y con poquísima convicción —acaso por no haberlo vivido— de la veracidad de su planteamiento. «Esa será una experiencia que no olvidarás, que vas a contarle a tus nietos», suspiró mi vecina de los bajos. «Ella siempre incluye a sus nietos», pensé con cansancio resignado. Cuando se es joven no hay tiempo para pensar en legados ni en herencias espirituales que dejar a los descendientes, menos aún en el caso específico de que todavía no tengas hijos. De muchas maneras en los años mozos uno vive inconscientemente, sin guardar lo que va experimentando, como si las huellas dejadas en la arena fueran poquísima cosa al compararlas con la impetuosidad de las olas. Nadie que no lo haya vivido sabrá de lo que se trata. Generalmente cuando no se conoce de un tema se especula, se pronostica sin certezas y se corre el riesgo, humanísimo riesgo, de fallar. Yo soñaba con el momento de conocer a Los Cinco, pero mis sueños se quedaron cortos… aquel encuentro superó todas mis expectativas. La espera fue impaciente, como todas las esperas del mundo, pero poca en comparación con los 16 años que aguardaron Adriana y Gerardo para sentir de cerca sus respiraciones. Mientras el reloj avanzaba, y a mí me parecía más lento su andar, mis amigos y yo decidimos que eran buenos momentos para guardar memorias de nuestra estancia en el Palacio de las Convenciones.
Es así como tomamos instantáneas en el sitio exacto donde tienen lugar los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP. Aquel lugar donde cada día se caldean emociones y regresan recuerdos grises del pasado disfrazó nuestra ansiedad. Sería injusto afirmar rotundamente que demoraron, porque cuando se anhela un encuentro… las horas pactadas no parecen concretarse. Llegaron con la afabilidad de la gente de pueblo, que no repara en protocolos al saludar a un ser querido. Cinco héroes ocuparon el mismo salón que yo, y mientras intervenían en la última emisión del programa radial La luz en lo oscuro… no podía dejar de pensar en la integridad de esos hombres: capaces de hacer chistes, sentir sed y emocionarse hasta los huesos con el recuerdo de una madre que no pudo estar físicamente para el regreso de su hijo. Desde mi asiento enjugué mis lágrimas al tiempo que Gerardo —el caricaturista, el estudiante del ISRI, el padre recién estrenado— hacía lo mismo… a escasos metros de mí. Lea aquí la reseña del programa realizada por Juventud Rebelde Porque el destino es como es o por aquello de que todo está escrito, habíamos pasado todos de la risa al llanto con la facilidad ingenua de quien aprende a caminar, como algo que ya sabías pero no tenías la seguridad de que lo tenías incorporado, intrínsecamente, a tus formas de existencia. Durante el programa recuerdo que alguien se refirió a Gerardo como el más preso entre todos los presos, libre después de una injusta condena de dos cadenas perpetuas más quince años… Pasarán siglos y no se borrarán sus palabras. Retumba en mi mente su modestia: — Si algo soy el más… sin dudas soy el más orgulloso de mis cuatro hermanos, dijo en respuesta. Como si necesitáramos explicaciones, argumentó que se sentía feliz porque siempre sintió el apoyo de Tony, Ramón, Fernando y René, incluso cuando a él le fue negada la resentencia. Las fotos no se hicieron esperar, y agradecimos al unísono que Louis Jacques Daguerre nos hubiera regalado la oportunidad de eternizar momentos… Entre la vorágine de mis compañeros de trabajo, igualmente deseosos de atesorar el afortunado intercambio, tenía que decidir —en fracciones de segundos— con quién deseaba fotos. Las emociones de la mañana sabatina relegaron a planos menos estelares mi poca agilidad cámara en mano. Incluso dejaron reducidas a nada mis anteriores experiencias en esta Habana de préstamo. Con la cabeza fría ahora no dejo de pensar en mis nietos, en la increíble historia de mi encuentro con los Héroes: la oportunidad envidiada por R y la foto que guardaré por siglos junto a hombres que vencieron las barreras impuestas por el odio, vano procurador de la disminución de un sentimiento recíproco e inequívoco a pesar de 16 años. Por lo general, con 25 años, es poco frecuente que pienses en tus nietos… en los legados que dejarás más allá de las buenas maneras que perfilen, a la larga, correctos estilos de vida. Este 28 de febrero las emociones se amontonaron en mi mente, y procuré grabar los detalles más mínimos para dejarlos en herencia a mis futuras generaciones, para que ellos también se enteren del verdadero significado de la felicidad multiplicada.
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Voices for the FiveArchives
May 2016
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