Hay momentos inolvidables, de esos que quedarán convertidos en anécdotas que contaremos con orgullo a nuestros nietos cuando seamos viejitos…y ayer fue uno de esos.
Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de la República de Cuba, estuvo en la Redacción de Juventud Rebelde en compañía de su esposa Adriana. Fue la mejor tarde que recuerdo desde que comencé a trabajar en el Diario de la juventud cubana, todos risueños, felices, emocionados, nerviosos. Y Gerardo caminando por nuestros pasillos, saludando, observando todo con sus ojos inquietos y curiosos, recibiendo abrazos de admiradores, de personas que le agradecían los años de sacrificio. Y Adriana, desbordada de felicidad junto al hombre de su vida, no deja de mirarlo, y sonreír, y escucharlo, como dispuesta a no perderse ni un segundo más de sus palabras, de su presencia. Gerardo respondió preguntas (rodeado de periodistas no podía ser de otra manera), contó anécdotas, narró historias, ofreció detalles, hizo bromas, se emocionó y, por un segundo, todos observamos cómo se guardaba la lágrima que pugnaba por brotar. Ya no es, para los que tuvimos el privilegio de su compañía esa tarde, el rostro de la foto antigua que encontramos en vallas, pósters, paredes y afiches de una etapa dolorosa que ya nadie quiere volver a recordar. Sencillo, natural, sin imposturas, Gerardo es un Héroe de carne y hueso que ayer se nos hizo tangible, y tan real como inolvidable.
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Voices for the FiveArchives
May 2016
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