![]() Girón 50 A partir de hoy 26 de octubre, día en que hace 51 años el compañero Fidel anunció la creación de las Milicias Nacionales Revolucionarias, GRANMA comenzará a publicar una serie de artículos sobre acontecimientos que antecedieron a la batalla de Playa Girón, en abril de 1961. Intentaremos, en ocasión del Aniversario 50 de esa heroica gesta, recrear cronológicamente los acontecimientos de ese período que tienen su desenlace en la invasión; será como una especie de historia comparada en que se relate lo que ocurría más o menos simultáneamente en Cuba en el medio revolucionario, en el de la contra, en Estados Unidos, en América Latina, en el campo socialista y en cualquier parte que se conecte de algún modo con la historia de esos años iniciales de la Revolución. ![]() BATISTA SIEMPRE ESTABA RECIBIENDO ÓRDENES DE LOS EMBAJADORES NORTEAMERICANOS. GABRIEL MOLINA A partir de hoy 26 de octubre, día en que hace 51 años el compañero Fidel anunció la creación de las Milicias Nacionales Revolucionarias, GRANMA comenzará a publicar una serie de artículos sobre acontecimientos que antecedieron a la batalla de Playa Girón, en abril de 1961. Intentaremos, en ocasión del Aniversario 50 de esa heroica gesta, recrear cronológicamente los acontecimientos de ese período que tienen su desenlace en la invasión; será como una especie de historia comparada en que se relate lo que ocurría más o menos simultáneamente en Cuba en el medio revolucionario, en el de la contra, en Estados Unidos, en América Latina, en el campo socialista y en cualquier parte que se conecte de algún modo con la historia de esos años iniciales de la Revolución. La hostil conspiración del gobierno de Washington hacia la Revolución Cubana no comenzó en 1959. Las razones y raíces se remontan a 1805, cuando el presidente Thomas Jefferson advertía al ministro inglés en Washington que "en caso de guerra contra España, Estados Unidos se apoderaría de Cuba por necesidad estratégica". Y en 1823 John Quincy Adams, secretario de Estado del presidente Monroe, escribía: "es prácticamente imposible resistir la convicción de que la anexión de Cuba a nuestra República federal será indispensable." (1) Y así se diseñó la estrategia de esperar el momento propicio de arrancar la "fruta madura", que fue para el presidente McKinley el 20 de mayo de 1902. En diciembre de 1958, el rechazo del presidente Eisenhower a la lucha guerrillera era público. El reconocido general no fue ajeno a los intentos del Departamento de Estado y la CIA para evitar que Fidel Castro, líder de la lucha armada contra la tiranía del general Fulgencio Batista, completase su exitosa campaña y emprendiese un programa revolucionario tras tomar el poder político. Ante el impetuoso avance de la guerrilla en las provincias orientales y centrales, Washington desarrolló el plan de retirar el apoyo a Batista, negociar con un grupo moderado que neutralizase las convicciones radicales de los revolucionarios e instaurar una junta cívico militar que mantuviese el orden establecido en 1902 por la intervención de Estados Unidos. Ante la reticencia del embajador Earl Smith, quien en defensa de sus intereses personales se negaba a notificar a Batista el "despacho 292" de Washington, se encargó al empresario William F. Pawley de hacerlo y ayudar a la CIA en organizar un equipo de repuesto para reemplazar a Batista con elementos moderados de la oposición y del gobierno. Con Pawley trabajaron en ese empeño William Wieland, jefe del Buró de la CIA en México y el Caribe; Roy Rubotton, secretario de Estado asistente, y James Noel, jefe de la CIA en La Habana. Los seleccionados fueron Tony Varona, ex Primer Ministro en el gobierno de Carlos Prío; Manuel Artime Buesa, ex oficial del ejército rebelde; José Ignacio Rasco, del Movimiento demócrata-cristiano; Aureliano Sánchez Arango, ex ministro de Prío y Justo Carrillo, del Movimiento Montecristi. Se pretendía también incorporar a otros personeros con quienes ya trabajaba la CIA, como el ex coronel Barquín, que guardaba prisión por conspirar contra Batista, y miembros del Segundo Frente del Escambray. Casi todos ellos participarían después en los planes de invasión por Bahía de Cochinos. Batista no hizo caso a Pawley. Pero las maniobras del embajador de Estados Unidos para mantener el poder en Batista mediante un testaferro no prosperaron. El 17 de diciembre, Smith se vio obligado a trasladarse a la finca Kuquine, donde residía Batista, y plantear que a pesar de sus esfuerzos personales para lograr que fuese sustituido por Andrés Rivero Agüero, candidato que respondía al general, el gobierno de Washington "temía que Cuba se ahogaría en un baño de sangre de continuar él como presidente, pero que si Batista actuaba con rapidez, el Departamento de Estado creía que había elementos cubanos que podrían salvar la deteriorada situación" (2) Smith se refería a que Washington estaba haciendo contactos confidenciales con los embajadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), urgiéndolos a que gestionasen con los rebeldes y presionasen al perdedor régimen, para que el grupo moderado pudiese constituir la proyectada junta de militares y civiles. El decaído Batista trató inútilmente de insistir en que podía hacerse la junta, presidida por Rivero Agüero, pues había sido "elegido". Smith le relató que en su último viaje a Washington, a principios del mes, había agotado todos sus recursos tratando de lograr apoyo para Rivero. Pero había sido en vano, pues su gobierno estaba convencido de que el general ya había perdido el dominio de la situación y que las guerrillas avanzaban mientras su autoridad, disminuía. De repente, Batista preguntó si le dejarían irse a Estados Unidos a su residencia en Daytona Beach. Smith le contestó que era mejor, al principio, pedir asilo en otro país, como España. Estaba liquidado. El camino estaba ya pavimentado para la "solución nacional" que presidiría el magistrado Manuel Piedra. Pero la determinación del joven líder revolucionario era inconmovible. La junta preparada para suceder a Batista, denunciada por Radio rebelde, no halló asidero alguno: en su lugar, Fidel hizo en Santiago un llamado a la huelga general, tras su avance victorioso con Almeida y Raúl desde la Sierra Maestra. La fuerza invasora rebelde que venía desde la Sierra, comandada por Che Guevara y Camilo Cienfuegos, como la del prócer Antonio Maceo en 1895, al tomar Santa Clara precipitó la huida de Batista y sus más cercanos colaboradores el 31 de diciembre. El comandante les ordenó seguir hasta La Habana y tomarla. El audaz paso contó con el apoyo popular que significaba la paralización del país por la huelga. La perfecta sincronización impidió al general Eulogio Cantillo apoderarse del gobierno mediante un golpe de Estado apoyado por la embajada de Estados Unidos. En los primeros meses de 1959 los revolucionarios triunfantes trataron de llevar a cabo su programa sin hostilidad hacia Washington y sin complicidad con el cruento periodo de siete años de Batista. Pero el tinte conservador del sector encabezado por el Presidente Manuel Urrutia y el Primer Ministro José Miró Cardona en el nuevo gobierno de La Habana, estimulado por Estados Unidos, tendía al inmovilismo político, económico y social. Dentro del propio gobierno, los representantes del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) notificaron a Fidel que con ese equipo no podría avanzarse si el líder de la revolución no lo encabezaba. El 13 de febrero de 1959, Fidel se hacía cargo de la jefatura del Gobierno, en sustitución de Miró Cardona, hasta entonces Primer Ministro, quien prontamente abandonó el cargo de embajador en Estados Unidos que se le adjudicó y se pasó al bando de los vecinos del Norte, al que realmente pertenecía. (1) United States House. Exec. Doc.,32nd Cong., 1st Sess. 1851-52 Doc. núm 21, pp. 6-7. (2) John Dorschner & Roberto Fabricio. The Winds of December. Coward, McCann & Geoghegan, Nueva York, 1980, pp. 190. (3) Demanda del pueblo cubano contra el gobierno de Estados Unidos. Editora Política 2000, pp.6 GRANMA
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