JULIO MARTÍNEZ MOLINA
CIENFUEGOS.— Isidro Arturo Dorado Clavero era un joven que no pertenecía al Movimiento 26 de Julio ni formaba parte de organización política alguna, pero estaba hastiado de la dictadura sangrienta que amordazaba a su pueblo, del crimen y el pillaje. Por eso —como rememora a Granma—, en el amanecer del 5 de Septiembre de 1957, él se integró de forma espontánea a la insurrección popular armada en contra del tirano Fulgencio Batista, que cobraba cuerpo en la ciudad de Cienfuegos. Dorado evoca cómo, junto a un amigo chofer de un camión, se dirigió, a las 6:45 a.m. de la gloriosa jornada, hacia la Base Naval de Cayo Loco, en busca de un arma con el fin de participar en la contienda donde civiles y marinos se unirían en haz, para luchar contra el sátrapa y el desgobierno que amancillaban a su bandera. Recuerda que Cayo Loco quedó reducida por los septembristas al amanecer. Los revolucionarios no solo se acuartelaron en el lugar, sino que entregaron parte de la guarnición al pueblo que, armado, salió a las calles deseoso de combatir. Progresivamente —continúa—, fuimos tomando los edificios de la Policía Nacional y la Marítima, así como el Ayuntamiento. Son célebres las escaramuzas libradas frente al entonces llamado colegio San Lorenzo y el resto de las plazas que circundan al parque Martí, uno de los epicentros geográficos de la acción. El entrevistado figuró entre los combatientes que se destacaron en las acciones directas contra las fuerzas castrenses, hasta que cayó prisionero a las 3:30 de la tarde. Logró salvar su vida, aunque permaneció prisionero, en Santa Clara, durante seis meses. Dorado es uno de los combatientes vivos homenajeados en estos días de aniversario. El luchador considera que, si bien la acción no pudo lograr su propósito de tomar las armas y establecer un frente guerrillero en Guamuhaya para apoyar las luchas en la Sierra Maestra, fue el comienzo del fin de la dictadura. No se pudo doblegar completamente a la guardia rural en la gesta épica del 5 de Septiembre, pero Cienfuegos fue libre por cerca de 24 horas, lo cual constituyó un hito de nuestra historia, un haz de luz que se proyectó rápida, señeramente, sobre el derrotero de combate de la nación, afirma. El cienfueguero de 81 años, con un marcado compromiso revolucionario a lo largo de toda su vida, coordinador cederista por 28 años y lector furibundo de nuestra historia, cree que el 5 de Septiembre demostró la fibra de todo el pueblo cubano. La alborada de enero del 59 tuvo su preludio en ese precedente, que marcó el comienzo para que tuviésemos esta Revolución que es un sol esplendente, de la cual siempre debemos reparar en cuanto irradia y cuanto nos ha proporcionado, enfatiza Dorado. GRANMA
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April 2016
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