GABRIEL MOLINA El Primer Ministro Fidel Castro anunció el 4 de marzo de 1961, en el acto por el primer aniversario del estallido del barco La Coubre, la neutralización de más de 420 alzados, quienes esperaban la invasión que organizaba el gobierno de Estados Unidos. Las arduas operaciones realizadas por las Milicias Nacionales Revolucionarias, el Ejército Rebelde y los órganos de Seguridad del Estado en las montañas del Escambray lograron su objetivo al impedir la materialización del proyecto tan acariciado por la CIA: hacer de las bandas de alzados una base de apoyo para la invasión.
De los aproximadamente 500 integrantes de las bandas, 39 resultaron muertos en combate y 381 fueron hechos prisioneros. Se capturaron 6 de los 10 cabecillas de los grupos. Por parte de la Revolución, hubo un balance de 6 muertos en acciones de persecución al enemigo y 22 en accidentes de diversos tipos. Once resultaron heridos también en combate. Se estableció que aproximadamente 80 alzados permanecieron escondidos en las montañas del Escambray. En el Escambray, de 60 000 a 70 000 milicianos y miembros del Ejército Rebelde participaban en las operaciones de limpia para terminar con los brotes de bandidos. Días antes se había anunciado que este rastrillaje palmo a palmo de las montañas en el centro del país, estaba provocando el acorralamiento de las bandas. Frente al crecimiento de la actividad enemiga interna en coordinación con los planes de invasión, continuaban en toda la Isla los cursos y operaciones para fortalecer la defensa. Los días 17 y 18 grandes titulares anunciaban y ofrecían posteriormente más detalles de la captura, en Trinidad, de Francisco López Blázquez, quien se hallaba alzado en el Escambray con el grupo de bandidos del cabecilla Evelio Duque y cuya fotografía, portando un fusil, había sido publicada por la prensa de Estados Unidos. El parte dado a conocer por el G-2 expresaba que a las 11:45 p.m. del miércoles 13 de marzo se presentaron ante el miliciano Miguel Rodríguez Rodríguez, quien cubría posta en la calle Real y Media Luna, Trinidad, dos personas, interesándose por una dirección en la ciudad. Al virar la espalda el miliciano, los dos individuos se abalanzaron sobre él tratando de arrancarle el arma que portaba. En el forcejeo, uno de ellos disparó contra Rodríguez Rodríguez, hiriéndolo de gravedad. El ruido atrajo hacia el lugar de los hechos a otro miliciano que también cubría su posta y llegó a tiempo para observar cómo uno de los atacantes huía, mientras el otro no tuvo tiempo de emprender la retirada y procedió a detenerlo. Se trataba del "comandante" López Blázquez, a quien Evelio Duque, que se encontraba también huyendo en esos momentos, había conferido ese grado. Los campesinos de la zona de Manacal de Piedra declararon que López Blázquez se hallaba siempre en compañía de Duque, y hacía "fantásticos ofrecimientos" para que se sumasen a la contrarrevolución respaldada por el gobierno de Estados Unidos. Un miembro de la banda de Duque capturado en otro operativo en esos días relató que este hizo asesinar al obrero agrícola Manuel Rodríguez Pozo, de la cooperativa "Reinaldo Urquiza", ubicada en el valle de Jibacoa, porque los había visto y podría denunciarlos. En sus declaraciones, ampliando los detalles sobre el ahorcamiento de Rodríguez Pozo, el detenido dijo que Duque acampó cerca de la casa de un campesino, adonde envió varios de sus seguidores para obtener alimentos. En esa casa se había quedado a pasar la noche Rodríguez Pozo. Al saberlo Duque ordenó que lo ahorcaran. Al conocerse estos hechos, se despachó un grupo de milicianos al Valle de Jibacoa y se ordenó extraer el cadáver. Cuando la tierra fue removida lo primero que emergió fueron las botas que calzaba Rodríguez Pozo. En los bolsillos del pantalón de trabajo que vestía se hallaron dos pesos, un carné del sindicato agrícola de Fomento y una receta médica del Servicio de Sanidad Rural de la Cooperativa. Los familiares de Rodríguez Pozo no habían sabido nada más de él, desde que partió de su casa rumbo a la cooperativa el 10 de enero de 1961. El Ejército Rebelde continuaba deteniendo restos de las bandas que, durante 1960 y los primeros meses de 1961, pretendieron ser el soporte interno de la invasión contra Cuba preparada por el gobierno de Estados Unidos y que ya tenía el plazo fijo de efectuarse en la primavera, es decir, a partir de abril. Las provincias donde habían proliferado más estos elementos fueron Las Villas y Matanzas. En esta última fue capturada el día 20 una banda en la zona de La Montaña, entre Jagüey Grande y Araújo. La acción fue desarrollada por el escuadrón 43, cuyos efectivos se dirigieron a la zona al recibir información de que allí se encontraba el grupo. En el combate que se entabló, tres de los bandidos resultaron muertos, uno herido y doce prisioneros. A la banda le ocuparon armas y medicinas. Los muertos fueron Osvaldo Oliva, Rey Hernández y Raúl Figueroa. El herido, Jaime Guerra. Entretanto, desde Santa Clara se reportaba la captura de Israel Hernández, uno de los jefes de bandas que operaban en la zona, quien fue detenido en Levisa. El alzado quedó a disposición de los tribunales. Entre los cabecillas que resultaron muertos en el Escambray figuraban: Ismael Heredia Roldan, conocido como Látigo Negro, Inocente González Rojas, Alberto Becerra González, Pedro Águila Pérez y José Antonio Abdala Benítez. Entre los jefes de bandas más conocidos capturados figuraban Ismael Rojas, jefe de grupo subordinado a Evelio Duque; y los jefes de columna Juan Cajigas, conocido por Edgar; Carlos Duque, hermano de Evelio; Alejandro Lima, conocido por Nando, Zacarías Gracia y otros. Sobre la mayor parte de ellos pesaban acusaciones de haber cometido varios asesinatos. Después de las noticias sobre la neutralización de las bandas de alzados en el Escambray al ponerse fuera de combate a unos 500, entre muertos, heridos y detenidos, la prensa revolucionaria comenzaba a reflejar pormenores de la gigantesca operación en la que intervinieron de 60 000 a 70 000 milicianos. Se relataba cómo unas semanas antes Cajigas había logrado eludir varios cercos tendidos por las Milicias Nacionales Revolucionarias, a cuyo frente marchaban los más experimentados oficiales del Ejército Rebelde. Huía de la ofensiva revolucionaria con cinco de sus seguidores, después que su banda quedó desorganizada en los primeros choques. Tras varios días de infatigable búsqueda, los bandidos fueron localizados en una cueva del Escambray. El estado de los detenidos se relataba del siguiente modo: "Todos estaban en deplorables condiciones físicas producto de una deficiente alimentación. Cuando los interrogaron confesaron que llevaban nueve días ocultos en la cueva y que solo de noche comían alguna vianda". CAJIGAS ENTERRABA HASTA LA NARIZ Entre los cinco apresados en la cueva no se hallaba Cajigas. Largas horas de interrogatorio permitieron determinar que estaba todavía dentro de la cueva. No había salido de ella. De inmediato comenzó nuevamente el reconocimiento del lugar, utilizando faroles de luz brillante. Un registro bajo esa débil luz permitió descubrir lo que parecía una nariz humana. En efecto, lo era. Se procedió a remover la tierra y bajo ella estaba Cajigas. Para eludir la persecución se había hecho enterrar con la nariz a flor de tierra a fin de poder respirar. Los diarios elogiaban la actuación de los milicianos expresando que estaban demostrando una gran capacidad militar. Virtualmente aniquilaron al enemigo sometiéndolo a una persecución tenaz. La prensa revolucionaria en sus trabajos especiales sobre los bandidos alzados en el Escambray, describió la cueva en la cual tenía su cuartel general el cabecilla Evelio Duque, quien fuera uno de los principales jefes de ese movimiento contrarrevolucionario. Los bandidos construyeron allí una especie de acueducto, haciendo correr el agua desde un salto situado a 100 metros, a través de cañas bravas. En el interior de la cueva, situada en Manacal de Piedras, con troncos de árboles construyeron bancos, mesas, cocinas. Allí había botellas de cerveza, latas de leche, cajas de tabacos, linternas, pilas y lamparitas conocidas por chismosas. En lo alto de la cueva almacenaban alimentos. En esos parajes las bandas se consideraban a salvo de toda persecución. A fines del año 60, por tanto, circulaban en la zona muchísimas leyendas de bravuconerías. Pero la movilización hacia el Escambray de decenas de miles de milicianos, permitió ir pisándoles los talones a los integrantes de esta banda hasta que el 17 de febrero pudieron ser desalojados de Manacal de Piedras y de su cuartel general. A continuación los bandidos tuvieron que moverse constantemente en el monte, cansados, hambrientos y hostigados por los cercos y peines de las milicias. Muchos fueron apresados sin oponer la menor resistencia. Otros presentaron combate, lo que provocó digna respuesta. En esta fecha continuaban aún huyendo, en las zonas más intrincadas, varias decenas de bandidos dispersos, impedidos ya de realizar fechorías a causa de la ofensiva contra ellos desplegada. La estratégica ofensiva emprendida por el Gobierno revolucionario destrozó uno de los pilares de Dulles y se convirtió en el principio del fin del Señor de la CIA, aunque sus sucesores seguirían sosteniendo en estas montañas a los bandidos, quienes sembrarían un brutal terror en todo el macizo montañoso, mientras se derramaría la sangre generosa de numerosos revolucionarios en la lucha por derrotarlos. GRANMA
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