Fidel’s release - a victory of the people / La excarcelación de Fidel - victoria del pueblo5/15/2012 Marta Rojas THE amnesty granted to Fidel and the others involved in the assault on the Moncada and Carlos Manuel de Céspedes Garrisons and incarcerated in the Isle of Pines Model Prison after being sentenced in the Moncada trial (Case 37 of 1953), was an extraordinary victory on the part of the Cuban people. This became evident on May 15, 1955, with the release of the revolutionaries. As he himself has confirmed, the leader of the Revolution never asked for a pardon, even in the worst moments of his captivity. A strong popular movement demanding amnesty for the Moncada assailants began, in which the Martí Women’s Front played a significant role, as has been historically acknowledged. But the driving force behind their ideas was transmitted by Fidel from prison, in his written words. The first was the drafting and clandestine publication of a small manifesto to the people of Cuba, with an image of José Martí, titled Para Cuba que sufre (For a Suffering Cuba) and then, shortly afterwards, the secret reconstruction in his own handwriting, publication and underground distribution of History Will Absolve Me, Fidel’s speech in defense of the assault on the Moncada, made in the small nurses’ study of Santiago de Cuba’s Saturnino Lora Hospital, where the trial was held on October 16, 1953. In the Manifesto, the leader of the Revolution exposed the horror of crimes committed; the second document contained – as Fidel expounded at the trial, the entire Moncada program in its political, economic and social contexts. It also included detailed denunciations; the legal basis of the defense and his removal as accused and lawyer in the preliminary hearing; and the organizational process of July 26, 1953, the year of the Martí Centenary. This document was a major mobilizing text at a crucial point, one where demagogy and political lies were the order of the day. Subsequently, Fidel wrote from prison a forceful message exposing the electoral maneuvers in the country coordinated by Batista – who wanted to cleanse himself of the crimes committed in relation to Moncada – maneuvers approved of by the traditional political parties, including more than a few eminent opposition leaders. The press censorship in place since July 26, 1952 and the conspiracy of silence concerning the events which succeeded it, led these parties to believe that they could "fix the situation." "We do not want an amnesty at the price of dishonor," affirmed Fidel at the risk of his life, speaking from the Isle of Pines prison. The intention of the Moncada prisoners was to continue the struggle, with more reason than ever, when so many of their compañeros had been killed. As he stated, he wanted to expose the false nature of the politicking and the evident insincerity of those involved. The representatives of these politics were well aware that without Fidel as leader and his followers – a new and powerful force with the indisputable right won by a determined and heroic vanguard – his plans could not come to fruition. The pro-amnesty movement was uncontainable and Fidel’s revolutionary perseverance could not be swayed. The people were with the Moncada fighters. This is an outline of the prelude to May 15, 1955, when the Amnesty Law was signed and Fidel and his compañeros were released. All of Cuba vibrated with joy, starting on the Isle of Pines, the scene of this event and with a national history dating back to the 19th century: the presence of José Martí, given refuge in the El Abra farm, the patriotic activism of the young rebel Evangelina Cossío, the subsequent struggle in defense of this Cuban island in the face of U.S. annexation attempts, and revolutionaries in the Model Prison. The Pinero steamer and the Batabanó train brought the heroes to Havana’s Railroad Station, where a huge crowd awaited them. Fidel was pulled out of the railroad car into the arms of the people. With this popular victory, another stage of the Cuban Revolution began. GRANMA ****************************************************************************** La excarcelación de Fidel - victoria del pueblo MARTA ROJAS
La amnistía a Fidel y sus compañeros asaltantes de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, confinados en la cárcel Modelo de Isla de Pinos tras ser condenados en el juicio del Moncada (Causa 37 de 1953), fue una victoria extraordinaria del pueblo cubano que se hizo patente el 15 de mayo de 1955, con la excarcelación de los revolucionarios. Como él mismo lo ha ratificado, nunca el Jefe de la Revolución, ni en los peores momentos de su cautiverio, solicitó el perdón. Un fuerte movimiento de lucha cívica se desató, pro amnistía para los moncadistas, en el cual desempeñó un papel importante el Frente de Mujeres Martianas, como se reconoce por la historia. Pero la fuerza de las ideas se impuso, y esta fuerza la transmitió el propio Fidel desde prisión, en su palabra escrita: Primero fue la redacción y publicación clandestina de un pequeño manifiesto al pueblo de Cuba, con la efigie de José Martí, intitulado Para Cuba que sufre, y después, en un corto lapso de tiempo la reconstrucción, de su puño y letra —en sigilo— y la publicación y distribución clandestina de La historia me absolverá, el alegato de la defensa del asalto al Moncada pronunciado por él en la pequeña sala de estudios de las enfermeras del Hospital Saturnino Lora de Santiago de Cuba, el 16 de octubre de 1953. En el primer caso —el del Manifiesto—, el líder de la Revolución exponía el horror de los crímenes; en el segundo, estaba expresado, tal como lo dijo ante sus jueces, todo el programa del Moncada en lo político, económico y social, además de las denuncias pormenorizadas; la sustentación jurídica de la defensa, la sustracción de él como acusado y abogado del juicio en la Audiencia, y el proceso organizativo del 26 de julio del 53, en el año del Centenario de Martí. Ningún documento fue más movilizador y precursor que este, en un momento crucial, donde primaba la demagogia y la mentira de los politiqueros. Después Fidel escribiría, también desde Isla de Pinos, un mensaje contundente contra las maniobras electoralistas que se producían en el país articuladas por Batista —que quería tratar de "limpiarse" de los crímenes cometidos en el Moncada—, y las que recibían el beneplácito de partidos políticos tradicionales y de no pocos connotados dirigentes de la oposición. La censura de prensa establecida desde el 26 de julio de 1953 y la conjura del silencio sobre los hechos que le sucedieron, alentaban a tales partidos a un "posible arreglo de la situación". "No queremos amnistía al precio de la deshonra", dijo Fidel a riesgo de su propia vida, desde la prisión en Isla de Pinos. Su propósito y el de sus compañeros era proseguir. Entonces con más razón, cuando tantos compañeros habían sido asesinados. Según él expresara, le interesaba demostrar la falsedad de los planteamientos politiqueros, la insinceridad manifiesta de estos. Y los personeros de tal política sabían que sin él como líder y sus seguidores, nueva fuerza tan potente, con el derecho indiscutible ganado por una vanguardia heroica y decidida, nada podría lograrse a favor de sus planes. El movimiento pro amnistía resultaba incontenible y la intransigencia revolucionaria de Fidel, inclaudicable. El pueblo estaba con los moncadistas. Ese fue, a grandes rasgos, el preludio del 15 de mayo de 1955 cuando, firmada la Ley de Amnistía, Fidel fue excarcelado junto a sus demás compañeros. Vibró de alegría toda Cuba, comenzando por Isla de Pinos, escenario singular por ese hecho y por todo lo que guarda de patrimonio histórico desde el siglo XIX, con ocurrencias relevantes como la presencia del adolescente Martí en su refugio generoso de la finca El Abra, la pujanza patriótica de la joven rebelde Evangelina Cossío, la lucha posterior en defensa de la cubanía de aquel territorio del archipiélago cubano que pretendía ser conculcada por los Estados Unidos, entre otras vinculadas a revolucionarios en el Presidio Modelo. El vapor Pinero y el ferrocarril de Batabanó traerían a los héroes a la Estación de Ferrocarril de La Habana, donde una multitud los aguardaba. Fidel fue sacado en brazos del pueblo por una ventanilla del tren. Consumada la victoria popular se iniciaba otra etapa de la Revolución cubana. GRANMA
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