Batalla de Guisa Fragua de héroes, epopeyas personales y remembranzas históricas, esta batalla inició el empuje rebelde hacia Santiago de Cuba Dilbert Reyes Rodríguez Granma.—Antes de la mañana del 20 de noviembre de 1958, la idea parecía un imposible. Demasiado cerca —solo 16 kilómetros— estaban Guisa y su guarnición de la ciudad de Bayamo, en la cual miles de soldados y una alta concentración de medios blindados y artilleros la convertían en una plaza capaz de movilizar todo un ejército en poco tiempo y caer con su potencial de fuego sobre cualquier escaramuza rebelde en algún lugar de los llanos circundantes. Contra la Sierra no se atreverían. Había sido dura y muy reciente la derrota sufrida durante el verano, en la más grande operación militar organizada contra "los alzados de Fidel". Sin embargo Guisa, a pesar de anunciar las primeras lomas de la cordillera, era fácilmente accesible y, sobre todo, estaba muy cerca como para no responder a una acción de los barbudos. El Comandante en Jefe Fidel Castro también conocía eso, pero sabía además cómo aprovechar las montañas cercanas, cómo provocar al enemigo y atraerlo hasta allí, porque era posible interrumpir los refuerzos que in-ten-taran llegar, ocuparle muchas armas, vencerlos y así desmoralizarlos en las mismas puertas de Bayamo, entonces cuartel general de operaciones de la dictadura contra los rebeldes. Eran muchas las ventajas que generaría una gran operación rebelde sobre Guisa, como para no resistirse a llevarla a cabo, aunque no contara para ello con soldados de experiencia ni jefes suficientes. A la mayoría de es-tos ya los había enviado en las columnas que marcharon en la invasión a Occidente y hacia los nuevos frentes guerrilleros. Seguía pareciendo un atrevimiento enfrentar menos de 200 hombres de poca experiencia —solo 24 veteranos, la mayoría del resto eran reclutas entrenados en la escuela creada por el Che en Minas del Frío— contra más de cinco mil soldados bien armados, incluido apoyo de aviación y artillería blindada. Pero era hora de abrir las puertas victoriosas del camino hacia Santiago, y Guisa sería entonces el primer aldabonazo.
UN HOMBRE CONVERTIDO EN LEYENDA Once días duró la primera gran batalla de la contraofensiva rebelde —del 20 al 30 de noviembre de 1958—, y durante siete de ellos un hombre y su ametralladora fueron pilar fundamental en la resistencia. Desde el propio primer día, el capitán Braulio Coroneaux, apostado sobre una loma que dominaba la entrada por carretera al poblado, dio una clarinada de la envergadura de la acción, al neutralizar con su tropa la patrulla que, siempre a la misma hora, recorría el tramo Guisa-Bayamo, para luego batir en encarnizado combate de muchas horas al primer refuerzo enviado. Varias veces pueden leerse los mensajes y órdenes emitidos por Fidel, recogidos en el libro La Contraofensiva Estratégica, que lo encomian. Una y otra vez rechazaba al enemigo. Ya es clásica su respuesta al líder de la batalla: "¡Des-cuide, Comandante, por aquí no pasarán!". Y, en efecto, no pasaron en tanto estuvo vivo, porque el día 27 un obús disparado por un tanque Sherman acertó en su posición, provocando "la pérdida del mejor oficial que contábamos"—escribió Fidel en un mensaje el propio día— y la de otros dos compañeros: Guillermo González Polanco y un soldado hasta hoy desconocido. La triste noticia de su muerte llegó con fuerza nuclear a los corazones de muchos en el Ejército Rebelde. Así lo asegura Inés Lourdes Ferrera, investigadora de la vida de Braulio y directora del museo de Guisa. "En el Segundo Frente, Raúl Menéndez Tomasevich, amigo por medio de quien Coroneaux se había escapado de la cárcel en Santiago e incorporado a las filas revolucionarias, sintió el pesar ‘como si una montaña de hombres le hubiera caído encima’. "Unos metros más abajo de la trinchera de Braulio peleaba Rita Rosa García, una de Las Marianas combatientes de Guisa. Ella, que mantenía con él un amor tan hermoso como discreto, sacudió rápido la tierra con que el bombazo casi la sepultó y corrió adonde yacía el cuerpo desmembrado del héroe. Un testimonio de Angelina Antolín, otra de las Marianas presentes en Guisa, relata el pesar de su amiga: ‘Todos llorábamos, pero a ella no había cómo consolarla’. "El propio Fidel acudió donde la tropa de Braulio, la reunió e instó a seguir a pesar del dolor. Pero si es grande el aprecio, el estoicismo no contiene al sentimiento, pues grande debió de ser la estima del Comandante por su capitán, cuando él personalmente, solo ayudado por Celia, recogió las partes del cuerpo deshecho en un casco y les dio sepultura". "Actualmente el capítulo de Braulio alimenta una de las más solemnes tradiciones de Guisa, convertida ya en patrimonio inmaterial del poblado. Todos los 27 de noviembre espontáneamente el pueblo sube con flores hasta su tumba, aunque tres días después regrese a la conmemoración por la victoria final de la batalla". LA VALENTÍA NO TIENE EDAD De los ocho rebeldes fallecidos, el capitán Braulio Coroneaux, de 29 años, era el de mayor edad. Tan joven era la tropa, y una gran parte tan bisoña como inexperta. Pero a veces la edad no determina la valentía ni el arrojo, y hay casi niños que con sus actitudes revelan la madurez de hombres o mujeres excepcionales. Grandes escenas de heroísmo vio Guisa en los nombres de los adolescentes Ada Bella Acosta y Leopoldo Cintra Frías. Ella de 17 años y él, apenas con 14. Bella, una de las cinco Marianas que en formación de escuadra intervinieron en Guisa, estaba cerca cuando Fidel explicó la acción que iniciaría la batalla. Escuchó atenta y sopesó con tiempo los detalles. Fue entonces que, ubicada cerca de la posición donde ocurriría la intercepción de la patrulla, y casi a la hora fijada, la muchacha comenzó a desguindarse loma abajo hacia la carretera. Cuando Braulio dio el primer disparo, ella ya estaba en medio de la vía y es quien desarma al teniente al mando del vehículo. A Cintra Frías —hoy Ministro cubano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias— le tocó ser escogido como parte de la tripulación de un tanque T-17 abandonado por los batistianos, y que Fidel indicó usar el día 29 para atacar directamente el cuartel del poblado. Aunque un hombre iba en la torreta como guía del conductor —seleccionado por haber manejado antes un tractor—, el blindado enfiló contra la guarnición, pero al subir los primeros escalones de la entrada retrocedió sin fuerzas, al tener un motor averiado. Con decenas de guardias sobre las azoteas circundantes, el tanque disparó sobre el edificio militar los 55 cañonazos. Inmediatamente un fuego cerrado de fusilería, granadas y bazuca obliga a los tripulantes a abandonarlo. Muere Rafael Moreno, hieren a Cintra, pero este puede evadir los disparos arrastrándose unos 20 metros, hasta notar que había dejado dentro del blindado la ametralladora. Entonces vuelve sobre sus pasos, entra al tanque, recupera el arma y logra salir. En el reporte que sobre la victoria de Guisa transmitiría Radio Rebelde el 1ro. de diciembre, el Comandante en Jefe calificaría el episodio como "un acto de inigualable heroísmo". GUISA MAMBISA Y REBELDE La noche del 30 de diciembre de 1958, la batalla de Guisa se consumó como una gran victoria. El propio reporte de la emisora radial revolucionaria exaltaba el triunfo como "una lucha de hombres contra aviones, tanques y artillería" y explicaba el saldo de más de 200 bajas causadas al enemigo, la ocupación de 94 armas, morteros y sus obuses, bazucas y sus cohetes, granadas, ametralladoras, 55 mil balas, mochilas completas, uniformes, medicinas, un tanque de guerra y 14 camiones. Entre los detalles más curiosos de ese capítulo, la investigadora Inés Lourdes Ferrera gusta destacar aquellos que lo hacen coincidir con la batalla que allí mismo librara 61 años antes —el 28 y 29 de noviembre de 1897— el General Calixto García. "Además de la fecha, concuerdan los lugares de entrada y salida de la localidad. El jefe mambí entra por Corralillo y se va por El Corojo. Fidel invierte la táctica: entra por El Corojo y sale por Corralillo. Además, las dos batallas fueron dirigidas por holguineros y tuvieron como héroes a guantanameros: el médico baracoense Adriano Galano, en 1897, y Braulio Coroneaux, en 1958". CAMINO A SANTIAGO El plan había dado los resultados esperados. Guisa multiplicó en las filas batistianas la desmoralización que había germinado con la frustración de la ofensiva de verano. Tan larga como en El Jigüe, pero a las puertas de Bayamo —punta de lanza de la tiranía contra la Sierra—, esta batalla profirió a la dictadura una herida mortal y señaló una senda victoriosa hacia la segunda ciudad cubana. El Ejército Rebelde siguió invicto en Jiguaní, Contramaestre, Maffo y Palma Soriano, y con la entrada a Santiago, Fidel cumpliría en pocos días el anuncio realizado en Guisa: "Estamos a un paso de derrocar al régimen de las provocaciones, al mantenedor de la desigualdad, el crimen, la esclavitud y lo injusto". GRANMA
0 Comments
Your comment will be posted after it is approved.
Leave a Reply. |
Archives
April 2016
|