_ Doctora en Ciencias Damaris A. Torres Elers * y Máster en Ciencias
Marta Hernández Cobas ** El 27 de noviembre de 1893 a los 76 años, murió en Kingston, Jamaica, Mariana Grajales Cuello, la madre de los Maceo. La noticia conmovió a toda la emigración cubana. Desde Nueva York, José Martí plasmó su consternación por la desaparición física de la paradigmática mujer en los artículos Mariana Maceo y La Madre de los Maceo. En carta de pésame al Mayor General Antonio Maceo manifestó su aspiración de que "le demos algún día libre sepultura, ya que no pudo morir en su tierra libre". Con la presencia de familiares y numerosos patriotas fue inhumada en una modesta tumba adquirida a perpetuidad por su hijo Marcos en el cementerio católico de Saint Andrew's en Kingston, sitio visitado con frecuencia por este. Durante la Guerra de Independencia Antonio Maceo pretendió erigirle un monumento y a tal efecto giraría a su esposa, María Cabrales, 2 000 pesos para que en coordinación con Marcos levantara "un monumento a mi madre"I. Sin embargo la aspiración del Héroe de Baraguá no se pudo cumplir. Al concluir la Guerra del 95 los descendientes de Mariana, residentes en Jamaica, regresaron a Cuba, quedando la tumba sola. Casi treinta años después de la desaparición física de Mariana, el 15 de marzo de 1923, el Ayuntamiento santiaguero, a propuesta de José Celiano Palomino Aciego, en representación del sentir de un grupo de patriotas, aprobó por unanimidad la repatriación de los restos de Doña Mariana Grajales de Maceo, que reposaban en Kingston, JamaicaII. Se iniciaban así los trámites para materializar el sueño del Apóstol. En opinión del Concejal, "Los cubanos y sobre todo los hijos de esta región de Oriente, tenemos un gran compromiso que cumplir: el de traer a esta ciudad los sagrados despojos de una de sus excelsas hijas, Mariana Grajales [¼ ] No es posible que por más tiempo permanezcan olvidados, descansando en tierra extraña [¼ ] Santiago de Cuba reclama y desea tener en su seno los despojos preciados de la que en vida legara a esta patria los más grandes héroes"III. Al efecto se creó una Comisión que presidía el propio Palomino e integraban Pedro Lora Chacón, Felipe Navea, Filiberto Guerra y el doctor Juan Sánchez Silveira —padre de Celia Sánchez Manduley— encargada de gestionar ante el Gobierno central y el Consulado en Jamaica la autorización para la exhumación y traslado de los restos, junto a ellos estarían su hija Dominga de la Calzada Maceo Grajales, única superviviente de esta estirpe con otros descendientes y familiares. Cumplidas las formalidades diplomáticas, el 19 de abril de 1923, la patriótica comitiva partió hacia Kingston a bordo del cañonero Baire. Tras la identificación del sitio de enterramiento, el 22 de abril se realizó la excavación, hallándose la osamenta de Mariana Grajales que fue examinada por los doctores Juan Sánchez Silveira, José Guadalupe Castellanos, César Cruz Bustillos, además de uno de los médicos de la Sanidad inglesa, y otro del Consulado de Cuba, quienes a pesar del lógico deterioro por los años transcurridos dictaminaron que se trataba de una mujer de la edad y características de la patriota. Por su parte, Dominga identificó la dentadura de su madre. Los huesos fueron depositados cuidadosamente en una pequeña urna donada al efecto por el marmolista conocido como Petel, cubiertos con la bandera nacional, numerosas ofrendas florales y trasladados al Consulado de Cuba en Kingston rindiéndosele allí los primeros honores por el personal diplomático cubano, autoridades y pueblo jamaicano quienes acompañaron el cortejo hasta el muelle. Finalmente en la tarde del 23 de abril llegaron a su tierra natal los restos mortales de Mariana Grajales, expuestos en Capilla ardiente en el Ayuntamiento, adonde acudió el pueblo santiaguero para rendirle homenaje póstumo. Al día siguiente, declarado como duelo local, en multitudinaria peregrinación precedida por el discurso de Max Henríquez Ureña, acompañó a su ilustre hija hasta el cementerio Santa Ifigenia en el cual fue inhumada en una parcela en el patio D, identificada con el número diez, —en la actualidad número cinco— que desde 1922 la Asamblea había cedido a Dominga Maceo, aquí hizo uso de la palabra en nombre de los veteranos Miguel Balanzó. Siete días después, en su honor, se decidió nombrar el Camino o Entrada de San Antonio, Avenida Mariana Grajales de Maceo, —hoy presidida por un busto de la patriota—, el 20 de diciembre de 1923 a petición del señor Palomino se aprobó un crédito de 1 000 pesos, para la fabricación de la tumba donde hoy descansan los restos de la Madre de los MaceoIV. Según consta en los registros del cementerio Santa Ifigenia, años después en este sitio fueron inhumados los restos de las hijas de Mariana Grajales y Marcos Maceo; María Baldomera trasladada desde República Dominicana el 16 de agosto de 1938 y Dominga, fallecida en La Habana el 3 de septiembre de 1940, sepultada dos días después. Desde entonces nada ha perturbado la paz y descanso eterno de la heroína y sus hijas. Debe destacarse la labor patriótica de José Celiano Palomino, principal promotor del traslado de los restos, cuidado de la tumba, homenajes a Mariana Grajales y otros miembros de esta estirpe durante la República, acción continuada por los santiagueros, visitantes nacionales y extranjeros, quienes acuden con frecuencia para rendir merecido tributo de respeto a la Madre de los cubanos. * UNHIC - Centro de Estudios Antonio Maceo. ** UNHIC - Equipo de Investigaciones de la Oficina del Conservador en el Cementerio Santa Ifigenia I Carta de Antonio Maceo a Tomás Estrada Palma, 29 de agosto de 1895, en Sociedad de Estudios Históricos e Internacionales: Antonio Maceo: Ideología Política: cartas y documentos, t. 2, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, p. 46. II Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba, Actas Capitulares, 15 de marzo de 1923. III Ibídem. IV Ibídem, 30 de abril y 20 de diciembre de 1923. GRANMA
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