10 de Octubre de 1868
El 10 de Octubre de 1868 nuestros heroicos mambises liderados por Carlos Manuel de Céspedes, proclamaron con las armas en la mano la liberación de los esclavos y nuestro irrenunciable derecho a la independencia. Así comenzó una larga lucha en la que cayó, inmolado por el ideal independentista, lo mejor de nuestro pueblo. El recuerdo de aquella gesta nos llena de justo y sano orgullo patriótico. Los cubanos de hoy, continuadores de los mambises y que hemos conquistado la plena y total independencia, nos sentimos altamente agradecidos a los cubanos de ayer, que con su sangre y su gran cuota de sacrificios y de esfuerzos supieron abrir el camino de nuestra liberación. Hoy, las figuras de Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí se agigantan ante nuestros ojos. Ellos supieron cumplir con el deber, y nos legaron una historia rica en heroísmo, a la que vinieron a incorporarse después Julio Antonio Mella, Antonio Guiteras, Rubén Martínez Villena y tantos otros más. Nuestro pueblo no pudo, en los primeros cincuenta años de República mediatizada, conquistar los objetivos plenos de la independencia, pero la generación revolucionaria del Moncada, la del Centenario del Apóstol, inició de nuevo la epopeya y conquistó la libertad, con el Ejército Rebelde al frente, el Primero de Enero de 1959. Y a las figuras inmortales del pasado se les unieron otras que, como Camilo, el Che y Juan Almeida, aparecen en el corazón del pueblo de Cuba para siempre. La generación de cubanos de hoy ha recogido los frutos del trabajo, la sangre y la vida misma de las generaciones anteriores. La continuidad histórica del proceso revolucionario cubano, iniciado en La Demajagua el 10 de Octubre de 1868, es evidente. Hemos sido consecuentes con una línea, una línea que jamás nuestro pueblo abandonará: la línea de combatir la opresión y la injusticia. Como dijo Fidel: ¡Nosotros entonces habríamos sido como ellos, ellos hoy habrían sido como nosotros! Rendimos, pues, homenaje a los héroes y mártires del 10 de Octubre de 1868 y de toda la generación revolucionaria que supo combatir e inmolarse cuando, como diría el Che recordando a Martí, había sonado para ellos "la hora de los hornos". GRANMA
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