RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*) Sábado 20 de octubre. El Presidente se encontraba en la ciudad de Chicago, en los trajines electorales del Partido Demócrata. A las diez de la mañana Robert Kennedy le telefoneó al "Blackstone Hotel", donde se hospedaba, y le informó que, según los últimos datos del reconocimiento fotográfico, los soviéticos adelantaban rápidamente en la preparación de los emplazamientos, que el Comité tenía listas todas las variantes, estaba preparado para reunirse con él y era necesario su regreso a la capital. Más tarde Robert Kennedy le entregó una nota a Pierre Salinger, secretario de Prensa: "El Presidente sufre de una inflamación en las vías respiratorias superiores y tiene fiebre. El doctor le recomendó regresar a Washington"(1). Salinger lo anunció a los corresponsales.
El Presidente llegó a la Casa Blanca por el mediodía y decidió nadar un poco en la piscina. A las 2:30 p.m. comenzó la reunión en el Salón Ovalado, la que se prolongó durante casi tres horas. Presentaron a su consideración las siguientes variantes: -presentación del problema para su análisis en la ONU; -conversaciones secretas con Jruschov por canales diplomáticos; -implantación del bloqueo a la entrada de armas ofensivas; -golpe aéreo, sorpresivo o no, para eliminar las instalaciones coheteriles; -invasión a Cuba. El Comité Ejecutivo recomendaba al Presidente la tercera variante: el bloqueo. De los 17 integrantes presentes, once estaban a favor de esta medida y seis en contra. (2) El secretario de Defensa expuso los argumentos a favor del bloqueo y otros alegaron por el golpe aéreo, pues el Presidente quiso que se discutiera de nuevo en su presencia. Se debatió largamente la cuestión hasta que, en conclusión, el Presidente tomó su decisión a favor del bloqueo. Durante la reunión se produjeron los siguientes planteamientos de interés: McNamara: Debían estar preparados para la posible variante de retirar los cohetes de Turquía e Italia, e incluso de establecer una fecha límite para utilizar la Base de Guantánamo. Planteó que el estimado de inteligencia era de que los rusos no tratarían de romper el bloqueo por la fuerza. Dijo que con un golpe aéreo, en el mejor de los casos podemos destruir hasta dos tercios de los cohetes que están en Cuba. Se estima que actualmente hay de seis a ocho mil soviéticos en Cuba. General Taylor: Ahora había posibilidad de eliminar no solo los cohetes, sino todos los IL-28, pues están alineados limpiamente en la base aérea, a la intemperie y sin protección, algo incomprensible. La única forma de explicarlo es que ni cubanos ni soviéticos esperaban un golpe aéreo de los Estados Unidos. John McCone: Expresó que si el periodo de desmantelamiento era grande, los cubanos podrían lanzar los cohetes contra los Estados Unidos a su antojo. Dillon: Un uso limitado de la fuerza desplegada para el bloqueo implicará un grave peligro de lanzamiento de los cohetes por los cubanos. Adlai Stevenson: Instó a que ofreciéramos a los rusos un arreglo con la retirada de nuestros cohetes de Turquía e Italia y la evacuación de la Base de Guantánamo, a cambio de la retirada de sus cohetes de Cuba. Esta sugerencia provocó una fuerte reacción por parte de algunos asistentes, seguida de vivas discusiones. JFK: Rechazó tajantemente la idea de rendir la Base de Guantánamo bajo la amenaza de los rusos, se pensaría que lo hacemos por miedo; observó que, desde hacía mucho tiempo tenía sus dudas sobre el valor de los cohetes Júpiter emplazados en Turquía e Italia, y añadió que había pedido al Departamento de Estado que entablara negociaciones para su remoción, pero ahora, dijo, no era el momento adecuado para sugerir esta acción. Rusk: Planteó que la eliminación de la capacidad coheteril estratégica soviética en Cuba sería supervisada en los emplazamientos por equipos de observadores de la ONU. Propuso que la acción no fuera denominada bloqueo, sino "cuarentena". JFK: Dejó claro que en la ONU debíamos hacer énfasis en la naturaleza subterránea del despliegue coheteril en Cuba. Expresó claramente que los planes soviéticos en Cuba no le preocupaban particularmente. Dijo que debíamos estar preparados para vivir con la amenaza de bombarderos soviéticos en Cuba, sin embargo, la existencia de cohetes estratégicos allí tenía un impacto totalmente diferente. Es de destacar que el Presidente estaba dispuesto a llevar al mundo al borde del holocausto por el problema del impacto psicológico de la acción soviética, pues estaba claro de que aquello no alteraba el equilibrio estratégico y que la acción era legal al ser Cuba y la URSS dos países soberanos; también tenían mucho peso en sus decisiones las consideraciones de política interna, es decir, cómo esa situación y la forma y rapidez con que se solucionara podría influir sobre los resultados de las próximas elecciones congresionales. ¡No eran ni presidenciales! Cabe destacar también que ni en estas enjundiosas discusiones ni en ningún documento de los miles elaborados por los gobernantes norteamericanos se hace referencia a los derechos del pueblo cubano, ni la más pequeña intención de examinar los argumentos planteados por esa parte; es más, ni siquiera se tratan los aspectos morales de su política, que desde hacía varios años trataba de derrocar al Gobierno cubano por todos los medios encubiertos disponibles como la Operación "Mangosta", que representaba en sí una verdadera cruzada que no excluía el empleo de todos los medios subversivos contra Cuba. Esta Operación tenía un objetivo claramente formulado, consistente, como demuestran los documentos desclasificados posteriormente, en la creación de condiciones que permitieran la intervención militar directa de los Estados Unidos en la Isla. En aquella reunión del Comité Ejecutivo también se analizó el borrador del discurso del Presidente para comunicar al mundo la situación y anunciar las medidas. Y se fijó fecha y hora para la intervención por radio y televisión: el lunes 22 de octubre a las 7 de la tarde. Además, bajo la dirección de Ball, Martín y Alexis Johnson se trazó un programa detallado, hora por hora, para comunicar a los aliados la decisión tomada; preparar la reunión de la Organización de Estados Americanos (la desprestigiada OEA), que santificaría la acción, aunque fuera a posteriori y de una forma cogida por los pelos; y preparar la justificación legal escrita en que se apoyaría la medida filibustera, algo difícil, si no imposible de realizar. Cuando se confirmó el plan de la "cuarentena", McNamara, a proposición de los militares, aprobó el traslado de aviones hacia el sudeste desde sus bases en todos los Estados Unidos, así como el reforzamiento de la región con unidades de defensa antiaérea que estuvieran listas para la acción. Durante los dos días que quedaban hasta el momento de la intervención presidencial fueron tomadas algunas medidas extremas de preparación: las Fuerzas Armadas en el Continente y en Europa recibieron la orden de prepararse subrepticiamente para las acciones, incluidas la Sexta flota, basada en el Mediterráneo, y la Séptima, que se encontraba en la región de Taiwan; los submarinos con cohetes "Polaris" ocuparon posiciones precombativas (NA: en aquellos tiempos había nueve de estos submarinos; uno de ellos se encontraba en la base de Charleston, en el territorio continental de los Estados Unidos, y no participaría en las acciones; los ocho restantes navegaban por el norte del Atlántico, no lejos de las posiciones de combate previstas en el Mar de Noruega, desde donde tendrían en la mirilla a una gran región de la parte europea de la Unión Soviética, o se encontraban en una base naval inglesa, en Escocia, cumpliendo distintas actividades: reparaciones, mantenimientos o descanso del personal); con el pretexto de la realización de entrenamientos y maniobras, una parte de las tropas norteamericanas en Europa Occidental ocupó las regiones de concentración previstas, la artillería salió a las posiciones de fuego y la aviación táctica pasó al régimen de guardia. Mientras tanto, en Cuba este día se comprobaron las comunicaciones por radioenlace con los regimientos de San Cristóbal; con el regimiento instalado en la región central no se podían establecer las comunicaciones por estos medios debido a la distancia, del orden de los trescientos kilómetros. Para aquel momento ya habían sido desplegados y estaban listos para el trabajo los equipos de comunicaciones por radio, por lo que se estableció que las redes inalámbricas funcionaran las 24 horas del día en régimen de recepción de guardia, de modo que ya se podían dirigir todas las unidades desde el puesto de mando de la división. La situación era que el regimiento de la región central estaba listo para el combate por completo y algunas de las rampas de lanzamiento de la zona de San Cristóbal estaban casi listas. Se continuaba trabajando intensamente en todas las posiciones. Este día el general Gribkov viajó al estado mayor de la división coheteril, y allí el mayor general Statsenko le informó que el personal trabajaba intensamente en la terminación de las posiciones. Después realizaron un recorrido por las unidades. Esa noche Gribkov le informó al general de Ejército Pliev que los recursos de la división coheteril estaban agotados o a punto de agotarse, y que había que cumplir el plan de que todos los regimientos estuvieran listos para el combate entre el 25 y el 27 de octubre, por lo que se necesitaba ayuda de otras unidades. Esta fue organizada con rapidez por la jefatura de la ATS. En esos momentos, alrededor de 15 barcos mercantes navegaban por el Atlántico hacia Cuba, entre ellos el "Alexandrovsk", con las cargas nucleares para los cohetes de alcance intermedio R-14 y las restantes para los cohetes alados tácticos FKR, así como el "Poltava" con los 24 cohetes R-14. LOS ÚLTIMOS TOQUES Domingo 21 de octubre. En la mañana, el presidente Kennedy sostuvo una reunión con un grupo de generales, entre los que se encontraba Walter Sweeney, jefe del Comando Aéreo Táctico; en la reunión participaron además, el secretario de Defensa, Robert McNamara, el presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores, general Maxwell Taylor; el director de la Cia, John McCone y el Fiscal General, Robert Kennedy. McNamara informó que ahora parecía que había equipamiento en Cuba aproximadamente para unas cuarenta rampas de lanzamiento de cohetes de alcance medio e intermedio; en esos momentos se conocía la ubicación de unos 30 cohetes y se creía que habría alrededor de 48 en la Isla y que llegarían al total de 80. A instancias del Presidente, el general Sweeney explicó el plan de ataque aéreo para eliminar la capacidad coheteril estratégica instalada en Cuba: -cada una de las instalaciones de cohetes antiaéreos cercanas a los emplazamientos de los cohetes de alcance medio sería atacada por ocho aviones; -doce aviones cubrirían cada uno de los aeródromos con MIGs que podían defender los emplazamientos y atacarían a los MIGs que despegaran; -cada una de las 36 rampas de lanzamiento de cohetes conocidas sería atacada por seis aviones. En este golpe se emplearían unos 350 aviones-vuelo y, en condiciones óptimas, podrían ser destruidos no más del 90 % de los cohetes conocidos. El general insistió en que el primer golpe aéreo debía ser seguido por otros, y esto conduciría inevitablemente a la invasión de la Isla. El general también recomendó encarecidamente que cualquier ataque aéreo incluyera como objetivos a los aviones MIG e IL-28, lo que se garantizaría aumentando el número total de aviones-vuelo a quinientos. El presidente Kennedy estuvo de acuerdo y los instruyó para que se encontraran preparados para asestar el golpe aéreo en cualquier momento a partir de la mañana del lunes, por si era necesario utilizarlo. A continuación ordenó reforzar la vigilancia aérea de Cuba y solicitó al almirante Anderson que explicara los procedimientos que se emplearían durante la ejecución del bloqueo; este dijo que: "Primero, cada barco que se aproximara a la Isla recibiría órdenes de detenerse a fin de admitir a bordo un piquete de control. Luego, si no se recibía una respuesta satisfactoria se dispararía un cañonazo ante la proa. Finalmente, si ni así llegaba la respuesta deseada, se le dispararía al timón, para desgobernarlo sin hundirlo". (3) A las 2:30 p.m. se efectuó la reunión del Consejo Nacional de Seguridad en su volumen completo. Inicialmente fue discutido el borrador del discurso que el Presidente pronunciaría al día siguiente, para anunciar la situación existente al mundo y plantear la implantación del bloqueo. Después del análisis del discurso y respondiendo a una pregunta del Presidente, el general Taylor dijo que una invasión a Cuba podía comenzar siete días después de que se tomara la decisión de efectuarla o siete días después de que se iniciara el golpe aéreo. McNamara planteó que ese plazo se podría reducir si algunas decisiones se tomaban desde entonces para iniciar la preparación. El Presidente dijo que en tres-cuatro días él podría tener que decidirse a actuar y no quería tener que esperar tanto hasta el inicio del desembarco. McNamara planteó que el movimiento de tropas en preparación de la invasión podría comenzar durante el discurso del Presidente e incluso antes, y que la movilización de fuerzas de la reserva se iniciaría con el comienzo del golpe aéreo. El general Taylor explicó que si se decidía la invasión, el golpe aéreo siempre sería necesario para poner la situación bajo control antes de comenzar los desembarcos, y agregó que el primer día desembarcarían 25 mil hombres y seguiría hasta llegar a los 90 mil en un período de 11 días; estarían involucrados un total de 250 mil efectivos. La previsión de pérdidas norteamericanas era superior a los 25 mil hombres. En respuesta a una pregunta del Presidente, el almirante Anderson dijo que cuarenta buques de la Marina ya estaban en sus posiciones para iniciar el bloqueo y que se conocían las ubicaciones de 27-30 barcos soviéticos que se dirigían a Cuba, que había 18 en puertos cubanos y 15 iban de regreso. Expresó que tenían capacidad para proteger a los buques de los Estados Unidos en el Caribe, que si las lanchas Komar realizaban acciones hostiles podían ser hundidas y que si los MIGs intervenían podían ser derribados. Estimaba que en menos de diez días no podrían llegar al área unidades soviéticas de superficie y sus submarinos no llegarían en menos de 10-14 días. Propuso que si se detectaban submarinos soviéticos que se dirigían al área fueran atacados. El Presidente planteó que no podrían aceptar una Cuba neutral y la retirada de Guantánamo sin dar a entender que estaban en estado de pánico. Manifestó que no aceptarían nada menos que el fin de la capacidad coheteril existente en Cuba y la seguridad de que tales emplazamientos no se construirían en el futuro. En tres reuniones que efectuó este día, la Junta de Jefes de Estados Mayores propuso o decidió, entre otras cuestiones, lo siguiente: -Obtener autorización del secretario de Defensa para dispersar los aviones de caza del Comando de Defensa Antiaérea Continental antes de la hora P (hora de inicio del discurso del Presidente) y dispersar los bombarderos medianos B-47 del Comando Aéreo Estratégico en aeropuertos civiles del país. -Trasladar el 14 Grupo Aéreo de la Infantería de Marina desde Cherry Point , en Carolina del Norte, a la Estación Aeronaval de Cayo Hueso. -Establecer un Grupo Especial de Planificación en materia de asuntos civiles para confeccionar una directiva detallada de asuntos civiles para la ocupación militar de Cuba. -Dispersar los interceptores con armas nucleares a las P-12 horas. -Poner 1/8 de los bombarderos estratégicos pesados B-52 de guardia en el aire. Durante este día se inició el reforzamiento de la Base Naval de Guantánamo, fueron puestos en estado de alerta los diferentes mandos de la Marina de Guerra de los Estados Unidos y pasaron a DEFCOM 3 los cinco distritos navales de la costa del Atlántico. En esa situación las unidades se aprestaron a realizar acciones combativas durante un largo periodo y los buques fueron desconcentrados de sus bases permanentes, hacia alta mar. Las dotaciones de los cohetes del Comando Aéreo Estratégico también fueron puestas en alerta y continuó el traslado de tropas hacia la Florida y a la zona del sudeste de los Estados Unidos en general. A últimas horas de aquel domingo la 1ª División Blindada empezó a salir de Texas en dirección a Georgia, mientras que otras cinco divisiones fueron puestas en estado de alerta. Al anochecer ya se habían trasladado hacia el sur sesenta aviones interceptores, con lo que su número total en la Florida sobrepasaba los 120. También se ordenó que se trasladaran hacia el sur ocho batallones de cohetes antiaéreos Hawk. Además, se había ido incrementando la cantidad de funcionarios del Gobierno que participaban en distintas actividades, y este día comenzó a filtrarse a la prensa que era inminente una grave crisis; en horas de la noche el Presidente telefoneó personalmente a Orville Dryfoos, del periódico The New York Times, quien cooperó al suprimir un artículo sobre la crisis latente que sería publicado en la edición de la mañana; igualmente realizó gestiones personales con otros diarios, con lo que se evitó la publicación de varias informaciones. Solo en la edición matinal del Washington Post fue publicado un artículo especulando sobre las recientes actividades en la Casa Blanca y se conjeturaba que el foco podría ser Cuba, aunque también se mencionaba la posibilidad de que fuera Berlín. Lunes 22 de octubre. En la mañana, el presidente Kennedy informó telefónicamente de la situación a sus predecesores en el cargo: Hoover, Truman y Eisenhower. Al finalizar la mañana Pierre Salinger, secretario de Prensa, anunció que el Presidente haría una importante declaración a las siete de la tarde, y solicitó tiempo por radio y televisión a las cadenas. En Washington, en una de las paredes del restaurante "Occidental" pende una tablilla en la que se lee: "En el tenso periodo de la Crisis cubana, en octubre del 62, en esta mesa conversaron el misterioso ‘Señor X’, de nacionalidad rusa, y John Scally, corresponsal de la compañía de televisión ABC. Este encuentro sirvió de base para conjurar la amenaza de guerra nuclear". El ruso misterioso era Alexander Feklisov y dio una entrevista a la Revista Histórico Militar a la edad de 76 años, estando retirado. En aquellos momentos era agente del servicio de inteligencia del KGB en Washington. Cuenta que ese día, inesperadamente, lo había invitado a almorzar John Scally, con el que se venía entrevistando hacía casi año y medio. Entonces este era un famoso comentarista de política exterior de la televisora ABC, y conducía una vez por semana el programa "Preguntas y respuestas", en el que intervenían ministros, miembros del Congreso y conocidos políticos. El programa gozaba de popularidad, pues Scally lo conducía de una manera interesante. Por sus relatos supe que había nacido en Boston y conocía personalmente al clan de los Kennedy, incluido el Presidente. Tenía además muy buenas relaciones con el secretario de Estado, Dean Rusk, a quien con frecuencia acompañaba en sus viajes. Charlando con Scally había conocido muchas cosas de las costumbres, los gustos y de la vida de los estadounidenses. Algunas veces lograba obtener de él información no secreta de utilidad. Por su parte, Feklisov le explicaba aspectos que Scally no entendía de la política de Moscú. Entablaron una buena relación y se llamaban por sus nombres. No obstante, el ruso era cuidadoso en el trato con el norteamericano, pues sospechaba que este informaba de los encuentros al Departamento de Estado y a la CIA. Cuenta Feklisov: "Ese día nos reunimos en el restaurante ‘Occidental’. Scally se veía agitado. Sin preámbulos comenzó a acusar a Jruschov de llevar una política agresiva, porque durante el encuentro de Viena, en lugar de negociar, trató de imponer por dictado a Kennedy su posición en cuanto a Berlín Occidental y ahora amenazaba a los Estados Unidos con un ataque coheteril desde Cuba. Llevé la conversación al campo de la política exterior de Washington. Le recordé que su país trataba de rodear a la URSS con una red de bases militares. Mencioné los vuelos de los aviones U-2 sobre el territorio de la Unión Soviética y los intentos de Eisenhower y Kennedy de derrocar al Gobierno de Castro. Terminé afirmando que quienes promovían la carrera armamentista y las acciones agresivas eran los Estados Unidos. La URSS tenía que tomar contramedidas defensivas. "Nuestra charla fue fuerte y, por demás, era evidente que Scally tenía prisa por irse a algún lugar. Antes de salir del restaurante dijo que a las siete de la tarde el presidente Kennedy haría una alocución importante al pueblo estadounidense, en la que anunciaría las medidas adoptadas por el Gobierno contra la Unión Soviética y Cuba". (4) Este día los responsables de las armas atómicas estadounidenses ubicadas en Turquía e Italia recibieron instrucciones de tomar las máximas precauciones para asegurarse que esas armas solamente serían disparadas con autorización presidencial. También la Base Naval de Guantánamo fue reforzada con dos batallones de infantería de marina, los que se unieron a un tercero que había desembarcado en la Base el día anterior. En la Base Aérea de Homestead, en la Florida, fue creado un puesto de mando avanzado con la misión de controlar y dirigir las operaciones aéreas. Para el plan del golpe aéreo sorpresivo contra Cuba se habían preparado 579 aviones de combate, los que harían 1 190 incursiones sobre la Isla el primer día. Ese día fueron enviadas hacia la región unidades de radiolocalización y de defensa aérea, y se instaló una red de radares con posibilidades de detectar blancos aéreos hasta distancias de unos 370 kilómetros. Se aprobó también el alerta en vuelo del Comando Aéreo Estratégico, por lo que a partir de las 12 del día se inició de una forma paulatina y discreta la medida de poner en el aire 66 bombarderos estratégicos pesados B-52 con bombas nucleares a bordo y p lanes de vuelo que podían guiarlos en cualquier momento, si se daba la orden, contra blancos ubicados en la Unión Soviética. Cuando uno de estos aviones aterrizaba al terminar su turno de guardia, o lo hacía antes de tiempo por cualquier causa, otro despegaba inmediatamente para ocupar su lugar. A partir de las 12 del día comenzó, además, la dispersión de los bombarderos B-47 por cuarenta aeropuertos civiles, llevando todos su carga de bombas nucleares. Con la aprobación del Presidente, se ordenó a las fuerzas militares estadounidenses en distintas áreas que pasaran de su disposición normal DEFCON 5 a DEFCON 3, un estado de preparación más elevado que permitiría una respuesta eficaz a cualquier uso de la fuerza por los soviéticos. Además, durante el día se dispersaron los cazas del Comando de Defensa Antiaérea Continental, llegó a Cayo Hueso el 14 Grupo Aéreo de la Infantería de Marina, el Comando del Atlántico impartió instrucciones para la protección de la navegación estadounidense en el Estrecho de la Florida, el Paso de los Vientos y el Estrecho de Yucatán. La Junta de Jefes de Estados Mayores sostuvo, además, tres reuniones durante el día, en las que decidió o propuso cuestiones de preparación para la guerra. La Crisis en pleno apogeo, estaba al comenzar. (Continuará) (*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles 1 Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo fue?... Ob. Cit. 2 Al borde del abismo... Ob. Cit., p. 103. 3 Diez Acosta, Tomás: Peligros y... Ob. Cit., p. 127. 4 Operación Estratégica "Anadir". ¿Cómo fue?... Ob. Cit. Entregas anteriores: -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XVI): Bloqueo, pero después el golpe aéreo -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XV): Atacar o no atacar, he ahí la cuestión -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XIV): La histeria se desencadena -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XIII): La clave que nunca se usó: “Al Director: la cosecha de caña de azúcar marcha con éxito” -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XII): Nunca rendiremos cuentas de nuestra soberanía -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XI): Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la crisis -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (X): Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la crisis -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (IX): Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la crisis -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VIII): Si estamos haciendo una cosa absolutamente legal, absolutamente justa, ¿por qué ocultarlo? -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VII): Ocupando posiciones -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VI): La travesía, ¿en qué condiciones? -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (V): Una reunión histórica y una decisión de última hora -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (IV): ¡Manos a la obra! -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (III): Algunos errores de apreciación -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (II): Nacimiento y aprobación de la Operación “Anadir” -Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (I): Surge una idea audaz e inesperada GRANMA
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